Hace muchos años comencé a interesarme por la educación y decidí enrolarme en la carrera de Magisterio. Escogí la etapa de Primaria ya que la consideraba con mayores probabilidades de poder dejar huella en aquellos peques con los que tuviera el honor de compartir. Gracias a mi experiencia con la maternidad llegué a apasionarme con cada una de las demás etapas, conectando con la gran importancia que tienen. Es cierto que mis hijos se encuentran ya en edad adolescente, sin embargo, algunos años antes comenzó a despertar también mi fascinación por esta etapa, animada por el hecho de tener una sobrina adolescente.
En mis ratos libres comencé a leer, estudiar y formarme y no logré más que confirmar todo aquello que, hace ya casi 30 años, mi pareja y yo visualizábamos y reflexionábamos sobre qué es lo que sucede con los adolescentes, cuáles son sus necesidades y por qué.
Durante los últimos años, mi amor y mi admiración por esta etapa ha ido en aumento, a la vez que he ido conociendo diferentes personas adolescentes que transitaban la etapa de una manera muy alejada de los estereotipos más conocidos por la sociedad. Personas que exploran y desarrollan actividades fuera de lo que esperamos (por lo general) y que se alejan de “lo programado”, presentando tendencias diferenciadoras y de gran valor. Es decir, “adolescencias des-programadas”.
Lamentablemente, lo más frecuente es escuchar juicios y críticas hacia la adolescencia. Los adultos se quejan constantemente sin detenerse a comprender lo que está sucediendo ni hacerse con las herramientas necesarias para poder aportar y que el crecimiento de estas personas no se realice solamente en el exterior visible, sino que suceda también en el interior. No hay duda de que estos jóvenes que crecen entre nosotros, unas veces comprendidos y alineados con la sociedad y otras en oposición a ella, serán el futuro de nuestra población y son el pasado de nuestras relaciones.
Durante este mes, personal y profesionalmente, me estoy dedicando a dar visibilidad públicamente a algunos de esos jóvenes con los que me he cruzado en el camino y a la labor social tan importante que están realizando con la intención de que esta mirada positiva hacia la adolescencia se extienda y puedan inspirar tanto a adultos como a iguales.
Abogo por el apoyo incondicional a nuestros adolescentes para que puedan llegar a crecer de manera holística y desde el interior hasta convertirse en los adultos que cada uno de ellos ha venido a ser. ¿Recuerdas si te sentías valorado y tenido en cuenta por los adultos de tu vida durante tu etapa adolescente?
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