Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Al paso

Padre nuestro, perdónanos como nosotros perdonamos

Fotografía: Davide Cantelli (Fuente: Unsplash).

No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal (y del malo) y de los que se inventan ultracatólicos

No seáis tontos los que todavía no rezáis el Padrenuestro ya sea porque no creéis en Dios o porque, creyendo en Él, pensáis que tiene más de padrastro que de padre amoroso. Falso. Por más alejados de Dios que nos proclamemos, en el fondo de nuestro corazón siempre alumbra una lucecita, una ligera huella del Creador del universo. No olvidéis lo de Albert Einstein, ese monstruo de científico que dio de lleno en la diana: “No hay reloj sin relojero, ni mundo sin creador”. Nuestra inteligencia, por muy bajo que sea su nivel, llega a la conclusión de que el universo y el hombre y la mujer se merecen un creador.

No me vengan con el cuento de que a Dios nadie lo ha visto. Dios es espíritu, como nuestra alma. Pero no me digan que porque no vemos nuestros pensamientos, esos pensamientos no existen. El espíritu es ‘la leche’ o ‘la Biblia en pasta’ que dicen otros. La Biblia, sobre todo el Nuevo Testamento, es algo que merece la pena que leáis. Porque en los libros del Antiguo Testamento, Dios habló por medio de los profetas, uno de los más grandes Moisés, al que Dios entregó las tablas de la ley con los diez mandamientos. Ardía la zarza en el monte Sinaí sin consumirse mientras Dios hablaba a Moisés y, al preguntarle éste quién era, Dios le contestó: “Yo soy el que soy”.

Dios habló a muchos profetas y ellos nos contaron el origen del universo y de nuestros primeros padres, Adán y Eva, cuyo pecado de desobediencia al Creador les hizo perder el favor de Dios para ellos y sus descendientes, pecado que los profetas anunciaron sería lavado por el Mesías que había de venir, el Hijo de Dios (la Trinidad divina está formada por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, la familia trinitaria), el Hijo de Dios que se hizo hombre en el seno de María y que redimió a toda la humanidad y para siempre del pecado de Eva y Adán y de todos los pecados. Es una historia preciosa que viene contada en los libros sagrados del Antiguo y del Nuevo Testamento. Historia que muchísimos millones de seres humanos desconocen, pero que, no por eso, es menos real y maravillosa. No son cuentos chinos. No por desconocer algo ese algo deja de existir.

Santísima Trinidad, St michel, Francia (Fuente: Pxhere).

La ignorancia es la raíz de casi todos los males de la humanidad sobre todo cuando son los ignorantes (que se creen que lo saben todo) quienes nos gobiernan. Algunos filósofos griegos proponían que fueran los sabios quienes gobernaran las repúblicas. Otros matizaban lo del gobierno apostando por los más ancianos, pensando que la edad y la experiencia son la madre de la ciencia, lo que tampoco tiene un valor absoluto. Los griegos inventaron la democracia y sus mejores filósofos, como Sócrates, Platón y Aristóteles, creían en el espíritu y en la inmortalidad del alma. Tenían los griegos muchos dioses y en un momento determinado sospecharon que por encima de todos ellos debía de existir el mayor de todos, incluso superior a Zeus. En el Areópago de Atenas alzaron un monumento ‘Al Dios desconocido’. Cuando san Pablo llegó a Atenas, dentro de su peregrinación por todas las regiones del entonces Impero romano, les habló a los atenienses de ese dios desconocido, el único Dios. Tuvo escaso éxito, al contrario que en Corinto y otras ciudades griegas.

Espero tener yo más éxito predicando las bondades de rezar el Padrenuestro, que tiene las máximas garantías sobre cualquiera otra oración: la enseñó a sus apóstoles Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre. Tras haber comentado, en artículos anteriores, los comienzos de esta oración, hoy me centro en estas palabras: “Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal”.

No es moco de pavo ese “como también nosotros perdonamos”. ¿Con qué ‘morro’ vamos a pedir el perdón de Dios si nosotros no perdonamos? El verdadero cristiano tiene que perdonar. Hay otro pasaje bíblico que dice que no se puede ir a hacer una ofrenda a Dios (ir a comulgar, por ejemplo) si antes no has hecho las paces con tu ‘hermano’. Entre los cristianos no cabe el odio. Los políticos que odian no son cristianos.

El final del Padrenuestro tampoco tiene desperdicio: “No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal”. Por pedir que no quede. Y es que estamos rodeados por las tentaciones. Y no sólo hay tentaciones contra la fidelidad conyugal, que son frecuentes y no hay más que recurrir a las estadísticas sobre infidelidades de hombres y de mujeres, de unos y de otras, de entrambos que diré haciéndome el cursi. He leído un informe supuestamente científico norteamericano dando como bueno que cada vez hay más infidelidades, sobre todo de mujeres. Y que ‘progresamos’ en el campo de las parejas libres, las de los cornudos voluntarios, abrumadoramente mentirosos o corruptos. Superar el pecado es simplemente una consecuencia de que hemos ‘superado’ algo, creo, más peligroso que superar la moral cristiana. El pobrecito cristiano es mirado por encima del hombro por los ‘progres’ sin reglas morales, que, al final, pagarán sus culpas humanas, los ataques a la dignidad de sus cuerpos y de sus almas (llámales espíritus o sensibilidades superiores), esa indignidad ética natural con traumas que además de ellos pagarán, pagan, sus hijos. Estamos dejando una herencia perniciosa, moralmente, humanamente, a las nuevas generaciones.

Fotografía: Fanycrave (Fuente: Pixabay).

Además de librarnos de las tentaciones, líbranos, Señor, del mal. Así termina el Padrenuestro. Si se lo pedimos, seguro que nos lo concede. Todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, dijo Jesús, os lo dará. Lo que pasa es que no pedimos. Nos creemos autosuficientes y minusvaloramos los peligros a que estamos sometidos por los enemigos del alma, que según la tradición cristiana, son mundo, demonio y carne, el más peligroso de todos, el demonio, al que también se le puede denominar el malo. Dios es un padre todopoderoso y siempre está dispuesto a ayudarnos. Seamos hijos buenos honrados, honestos, solidarios y Él nos dará todo lo que necesitamos.

Posdata

Acusan de ‘ultracatólica’ a la presidenta ‘in péctore’ de las Cortes Valencianas. Se llama Llanos Massó y es simplemente una católica, que como todos los católicos (empezando por el papa Francisco), es antiabortista, es decir que está en contra de que maten a los bebés en el seno de sus madres antes de que nazcan. Los muy ‘inteligentes’ y ‘progres’ proabortistas ‘dicen’ (no es posible que se lo ‘crean’, porque va contra el menor atisbo de inteligencia) que el feto de 28 semanas o menos (las que sean, qué más da) pueda ser destruido legalmente, mientras que acabar con su vida unas semanas más tarde sería un asesinato. Los mismos insensatos califican de ultracatólico al obispo de nuestra diócesis, monseñor Munilla, un obispo que fue perseguido por la independentistas vascos (muchos de ellos ‘católicos nacionalistas’) y que simplemente es un gran defensor de la doctrina de la Iglesia. Los que se las dan de ‘progres’ y presumen de que el papa ha recibido a sus líderes de izquierda y ultraizquierda en el Vaticano confunden la diplomacia vaticana (cortés por naturaleza, porque los mandatarios representan a sus pueblos y no a sus ideologías), con la claudicación papal. Aborto y eutanasia son crímenes que el papa ha condenado expresamente en multitud de ocasiones. Lo demás o es manipulación o mentiras ofensivas. O las dos cosas. Hay un mandamiento natural y divino al mismo tiempo: ‘no matarás’. ¿Que hay problemas con embarazadas y enfermos terminales? Busquemos soluciones. Las hay. Nunca matar.

Ramón Gómez Carrión

Periodista.

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