Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Sin recortes

Va de encuestas…

Fotografía de Uplyak (Fuente: Freepik)

Acabamos de pasar un proceso electoral. No es objetivo de este artículo analizar los resultados que, en mayor o menor medida, nos han dejado alguna que otra sorpresa. Es el momento de analizar si las encuestas realizadas previamente han satisfecho las expectativas de quienes se encargan en cada organización política de la estrategia marcada en los últimos tiempos. Uno de los principales problemas de estas herramientas informativas realizadas para conocer las preferencias y tendencias de los votantes es el error muestral. Cuanto mayor sea la muestra encuestada, es obvio que menor será el margen de error y mayor la confianza que pueden aportar los resultados. La precisión de estos datos dependerá del corpus de votantes analizados. Yo no sé en vuestro caso, pero en el mío, tan solo en una ocasión hace más de quince años, fui entrevistado en aquello que se llama “sondeo a pie de urna” y, sí, di mi resultado, pero me parece que la contrastación que hice después no ofreció ni por asomo los números reales finales.

¿Son, pues, fiables este tipo de herramientas? Cierto es que indican tendencias o marcan las preferencias de un número importante de votantes, pero difícilmente podrán coincidir con el sentido real de cada voto. Entre otros motivos, hay que resaltar la falta de sinceridad, tan habitual en nuestra sociedad, por aquello del llamado “voto oculto”. Aunque aseguren nuestro anonimato, tenemos interiorizado que algunas opciones que podemos tener no son socialmente aceptables en nuestro entorno, por lo que la pequeña rebelión que puede significar nuestra elección es mantenida en secreto. Mentimos cuando nos sentimos incómodos revelando nuestras opiniones políticas o con otros datos personales. Optamos por proteger erróneamente nuestra privacidad ya que entendemos una cierta presión de ajustarnos a las normas sociales o expectativas percibidas. Así, ofrecemos unas respuestas en sintonía a lo que consideramos socialmente aceptable proyectando una imagen positiva de nosotros mismos sin sentirnos excluidos.

En otras ocasiones también podemos mentir intencionadamente para influir en los resultados y lograr un objetivo específico. Así pensamos que favorecemos a una candidatura concreta o simplemente intentamos causar discordia y confusión. Este motivo es el que, sin ninguna duda, centra las dudas hacia algunas empresas dedicadas a este tipo de encuestas que, contratadas por un partido concreto, ofrece una imagen favorable a sus propuestas. Del mismo modo, en cada resultado ofrecido por el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas), se dispara la misma crítica; se trata de un organismo dependiente del Gobierno, sea quien sea quien ostente el poder, y las acusaciones de parcialidad e incluso de rigor científico suelen aparecer en cada uno de sus informes. No entraré a valorar el trabajo del actual presidente de esta entidad, José Félix Tezanos, con un equipo de sociólogos y otro tipo de técnicos de reconocido prestigio, pero es obvio que su trabajo, como el de cualquier empresa o entidad dedicada a esto, viene condicionado por la imposibilidad de ofrecer datos reales como son, en definitiva, los resultados de las urnas.

Fotografía de Storyteller (Fuente: Freepik)

Pero no son las encuestas electorales las únicas que nos podemos encontrar en nuestra cotidianeidad. Con el pretexto de mejorar la calidad de unos productos o de un servicio privado o público, es habitual tener que encontrarnos con cuestionarios que en algunas ocasiones dejamos de rellenar por el hartazgo ante tantas preguntas y cuestiones que no siempre están bien planteadas. No es fácil realizar cuestionarios sencillos y bien redactados que acaben ofreciendo los datos ansiados por quienes las diseñan. Sin ir más lejos, esta semana he tenido que desistir —con la intención de retomarlo en los próximos días— un cuestionario relativo a la seguridad laboral del PDI (Personal Docente e Investigador) de la Universidad de Alicante. Unas preguntas específicas, sin explicación en los materiales aportados previamente, con una redacción cercana a la ambigüedad en algunos casos, que me ha imposibilitado conseguir un resultado positivo final. En este caso, el cuestionario ofrecido como tal no es sino una prueba de nivel para analizar nuestros conocimientos en seguridad laboral. Tal vez, la indefinición de la iniciativa, aunque se presenta como una actividad obligatoria para el profesorado en el plazo de un mes, me ha impedido entender el objetivo de esta iniciativa que, sin ninguna duda, habrá partido de la mejor de las voluntades posibles en torno a la mejora de nuestras condiciones laborales.

Otro tipo de encuestas que se pueden plantear son aquellas que intentan evaluar la docencia que ofrecemos cada curso escolar. El planteamiento de estas ofrece datos interesantes de la recepción que el alumnado tiene de sus docentes, aunque el hecho que solo acaben respondiendo una parte de los que habitualmente asisten a clase, distorsiona levemente unos datos que pueden servir para mejorar nuestra dedicación. La duda se plantea cuando este tipo de encuestas puede influir en el salario y en la acreditación del profesorado. Algunas voces críticas apuntan sobre la idoneidad de los indicadores marcados para valorar la calidad docente a partir de la satisfacción del alumnado. Un profesor estricto en su evaluación suele ser valorado negativamente por su alumnado, escondiendo la posible calidad de sus clases. Así, puede generarse una tendencia entre los docentes de ajustarse a las expectativas del alumnado para ser mejor valorado.

¿Sirven, pues, las encuestas para la mejora de la calidad de nuestra sociedad? ¿Ofrecen datos reales para ser tenidos en cuenta? Es obvio que sí, que se trata de la única herramienta que tenemos, con carácter previo o con carácter posterior al hecho evaluado, para analizar su impacto. En cualquier ámbito en el que se desarrolle debemos exigir que se ciñan a los parámetros más objetivos que sea posible, que aclaren desde el principio el motivo para el cual se plantean, que tengan una redacción concisa y adecuada para facilitar las respuestas más claras posible y, en el caso de la ciudadanía en general, tendremos que entender que ser sinceros ofrecerá los datos más cercanos a la realidad. Nada más lejos de las llamadas “cocinas” o interpretaciones sesgadas que podemos leer en algunos medios o responsables de su realización. Otro nuevo reto para los meses venideros donde se vislumbran nuevos procesos electorales.

Carles Cortés

Catedrático de universidad y escritor.

Comentar

Click here to post a comment