Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Haciendo amigos

Mi padre

Fotografía: Tim Hill (Fuente: Pixabay).

Mi padre era una persona que lo había pasado mal. Naciendo en 1918 creo que sobran los comentarios.

18 años en el 36, 57 en el 75; fue funcionario en el INP y API en Benidorm.

Enviudó con un hijo de Covadonga, una bella mujer mexicana que contrajo el tifus en el momento en el que no se curaba.

Se trasladó a la terreta (la terreta es Alicante, aunque ahora se lo estén apropiando otros) desde su Madrid natal y recaló en una pequeña pensión de la calle Italia donde una jovencísima Andrea trabajaba para una infame tía lejana.

Ella se enamoró el primer día de aquel elegante señor viudo que parecía David Niven con su aspecto impecable y casi británico. Santi no se enteró hasta que un amigo le dijo que Andrea estaba loquita por él.

Y surgió el amor, siempre imparable, siempre raro, siempre incomprensible para los demás. Hubo que lidiar con el pueblo de Rojales al 99 % ya que 22 años de diferencia era más de lo que se podía admitir; eso sólo pasa si hay penalty refrendado por el VAR.

Pero mi padre tuvo los arrestos suficientes para dar la cara ante la familia de su novia y tuvo la suerte de encontrarse allí a un jornalero sabio y culto al que sólo la guerra le impidió progresar. Pedro «el Pere lanAndrea» solo dijo «si vosotros os queréis, yo no tengo más que decir».

También mi padre tuvo los santos reaños de estar un año enterito sin consumar el matrimonio para que las matemáticas no les salieran a las del visillo ni a nadie más, calló a todos sin hablar. Así era Santi.

Me cuesta escribir…

El resto fueron años de felicidad y de crear una nueva familia; cuando enfermó fue querido y cuidado hasta el final. Antes, su hijo pequeño conoció, cerca de la calle Italia, a una joven de Benalúa que luego fue la madre de sus hijos. El mayor de ellos estuvo en los brazos de Santi pasándole el testigo de la vida.

Vivo en un lugar privilegiado que hemos construido para nuestra familia con nuestro esfuerzo y el de nuestras empresas durante más de 30 años. Es una finca nueva que parece antigua. Muchos cuando la ven nos dicen que si es herencia de mi padre. A mi padre nunca le faltó y nunca le sobró. Fue de ese cuerpo de funcionarios ejemplar que quiso y pudo levantar un país desde la devastación, el odio y la ruina. Casi lo fusilan en Manzanares por llevar un abrigo del ejército republicano en el 39, le salvó su juventud de meterlo en Porlier (cárcel). Con 18 años se iba al frente llevando un camión para poder llevar un poco de pan a sus abuelos en Madrid, mandaba la mitad de su sueldo a su madre y a su hijo mayor cada mes durante décadas, no se permitió el lujo de tomar un vino en un bar. Nos llevó a buenos colegios y se desvivió por nosotros. Vivimos siempre en un cuarto sin ascensor en Sagrada Familia, cerca de Montemar y fue muy feliz.

Por todo ello sí, nuestra finca es herencia familiar, aunque Santi nunca la vio.

Un beso papi.

Pedro Picatoste

Empresario e historiador.

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