Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Al paso

San Valentín murió decapitado por defender el matrimonio de los jóvenes

Fuente: https://www.ngenespanol.com/
El emperador Claudio II quería soldados ‘sin familia, sin ataduras’. El santo obispo los casaba en secreto.

Es muy posible que la mayoría de los jóvenes y menos jóvenes que festejan el ‘Día de los enamorados’ ignoren que su patrón, San Valentín, fue un ciudadano romano nacido a finales del siglo II, hacia el año 180, de quien sí se conoce la fecha de la muerte. Ocurrió el 14 se febrero del 269. Nacido en una familia cristiana, se hizo sacerdote y alcanzó la dignidad de obispo. Vivió en Roma y sus predicaciones atrajeron a muchos jóvenes de la capital del imperio porque, entre otras cosas, defendía, en contra de un decreto del emperador Claudio II, la libertad de la juventud romana de contraer matrimonio. El emperador prohibía esos matrimonios. Consideraba que las legiones romanas debían formarse con jóvenes solteros ya que “los soldados sin familia no tienen ataduras”. Enterado el emperador de que Valentín casaba en secreto a muchas parejas, ordenó su detención y decapitación.

Oficiar matrimonios jóvenes le costó la cabeza al obispo, si bien eso le hizo alcanzar el cielo, engrosar el catálogo de los santos y convertirse en patrón y protector de las nuevas parejas de cristianos comprometidos con una vida en común, vivida según los principios cristianos, entre ellos el del vínculo ‘para siempre’. La Sagrada Escritura lo dice tajantemente: “lo que Dios ha unido no lo separe el hombre”.

Valentín casaba a jóvenes enamorados y patrocina a novios y a casados que permanecen en el amor. El Día de los Enamorados no tiene razón de ser sin San Valentín y así fue durante siglos, aunque fue a partir de finales del siglo XIX cuando la fiesta de origen claramente religioso comenzó a comercializarse. En los últimos lustros, la sociedad occidental, de larga tradición grecorromana y cristiana, está perdiendo el carácter de muchas tradiciones en aras de un absurdo, nefasto y falso progresismo que elimina los sueños más elevados del hombre para dejarnos a varones y féminas en la más pura y frustrante animalidad.

Cada vez hay menos noviazgo entre parejas, tiempo muy útil para conocerse. El amor es como una semilla. Se siembra, pero no da fruto inmediatamente. Tiene que germinar, crecer y madurar. Los que somos abuelos recordamos nuestros largos años de noviazgo (norma general, aunque también los hubo cortos y no necesariamente de malos resultados), bastante útiles para conocerse a fondo antes de comprometerse para lo que sería emparejamiento para siempre. Lo de ahora, generalmente, es unirse hasta que dure el amor, que generalmente se confunde con el deseo sexual. Y así nos va; los divorcios se producen al mismo ritmo que los casamientos y éstos son cada vez menos ‘por la iglesia’ y cada vez más por los juzgados, los ayuntamientos o los notarios.

Yo, desde la experiencia que dan los años (que también dan sabiduría), al tiempo que hago un canto inequívoco y generoso de los avances de todo tipo en estos nuevos tiempos, invito a los jóvenes a una reflexión sincera sobre los comportamientos inmaduros y equivocados en las relaciones de pareja y las repercusiones nefastas que la frivolidad reinante tiene en las familias. Nos estamos cargando la familia. Y hay fuerzas socioeconómicas e ideológicas empeñadas en meternos en la cabeza que lo bueno es que haya nuevos tipos de familia, hasta 16 según las progresistas Ione Belarra, Irene Montero y Yolanda Díaz con el visto bueno de Pedro Sánchez y sus mariachis.

No crean que me olvido de San Valentín. Nada de eso. Lo que pretendo es hacer reflexionar a los lectores sobre la deriva de la sociedad; sobre cómo la defensa de los valores humanos y cristianos del matrimonio de los jóvenes enamorados que defendió Valentín, incluso dando su vida por ellos, está siendo manipulada y despreciada por quienes, perversamente, hacen lavado de cerebro a las nuevas generaciones. Dan gato por liebre. Venden sexo despendolado en vez de sexo con verdadero amor. El amor es darse; es respetar al otro y respetarse a sí mismo; es generosidad, no egoísmo del placer por el placer y sólo mientras dure el deseo. Amor es entrega mutua, pensando en el bien integral de la otra persona. El amor no es egoísta y exige fidelidad a los dos miembros de la pareja, porque ambos se enriquecen dando a su pareja amor verdadero. No se debe prostituir el amor. Eso significa la fiesta de los enamorados y de su patrón San Valentín.   

POSDATA

Lo que está haciendo Pedro Sánchez con el deporte es juego sucio, juego inmoral. De momento se ha reído de la petanca, del ciclismo y del baloncesto, pues no de otra manera cabe calificar su comportamiento electoralista: un partido de petanca con militantes socialistas camuflados, un paseo ciclista y un encuentro de baloncesto con disminuidos físicos en silla de ruedas. ¿Es eso acercamiento al pueblo; a la gente? Eso pretende el listillo que le ha programado estas ridículas exhibiciones deportivas para ‘ganar’ votos. Con un agravante: hasta ahora sólo se exhibe en deportes con hombres. Las feministas le van a gritar: ¡Machista, que eres un machista leninista, como tu admirado Largo Caballero de infeliz memoria no democrática! Y que no quería el voto para las mujeres porque eran de derechas y religiosas.

Ramón Gómez Carrión

Periodista.

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