Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Sin recortes

Entretenidos con sus miserias

Izda.: Shakira. Fotografía de Dilma Rousself. Dcha.: Gerard Piqué. Fotografía de Кирилл Венедиктов (Fuente de ambas imágenes: Wikimedia).

¿Quién no se ha sorprendido estos días de inicio del 2023 con las noticias de la ruptura de relaciones de famosos que utilizan sus medios y sus redes sociales para airear sus miserias? Permitidme que no cite sus nombres, los conocéis suficientemente, pero prefiero no dar más difusión a la representación que se están llevando a cabo. Se convierten en cortinas de humo de los problemas reales que tiene en el momento actual nuestra sociedad: una guerra absurda en las puertas de Europa, una inflación galopante que dificulta el día a día de nuestras familias, un encarecimiento de los combustibles, un avance que parece imparable del cambio climático, una pandemia que lejos de desaparecer va reforzando la sensación de vulnerabilidad de nuestra especie, entre otros.

Siempre he considerado que los problemas de pareja son eso, propios de las personas que lo protagonizan. Intentar colectivizar lo que es en origen un conflicto individual o personal me parece una desviación de la realidad muy grave. ¿Quién soy yo para valorar lo que ha sucedido en una separación? Aunque tenga afinidad por una de las partes, bien sea por amistad o por cercanía, no puedo ni debo entrar a valorar ni juzgar lo acontecido. En todo conflicto, si se quiere mediar, cierto es que hay que escuchar todas las partes en litigio, pero vayamos al asunto: ¿por qué se hacen públicas las miserias? ¿Es por despecho, rencor o simplemente por voluntad de hacer partícipe a todo el mundo de mi punto de vista? Sinceramente, en el caso en cuestión no me interesan los motivos de la separación ni las comparaciones odiosas entre vehículos o relojes. Eso sí, me preocupa que se frivolice sobre la evasión de impuestos como ejemplo de superación personal de las mujeres.

La dialéctica entre lo público y lo privado emerge de modo recurrente a lo largo de la historia. Su polarización puede conducir al hastío, en tanto que la discusión se concreta con unos fines concretos que intentan manipular la opinión pública en beneficio personal. Un debate iniciado con los filósofos griegos clásicos, que consiguió con el liberalismo reforzar el valor de lo privado frente a lo público por la identificación con el terreno de la libertad, en contraposición con el espacio público donde las libertades individuales podían encontrar algunas restricciones. Si centramos el debate en el campo económico, en épocas de crisis, se incrementan las críticas al sistema público para reducir el papel del Estado para potenciar, según se cree, las finanzas privadas.

Con la frivolización que representa la exteriorización de las miserias de una pareja, parece extenderse la sensación de que una de las partes  —la supuestamente engañada y ultrajada— es víctima de la otra. Y su respuesta es incrementar su personalidad con atribuciones como “loba”, “Ferrari”, “Rolex”, “facturación”, vinculadas al campo de la concreción psicológica de una mujer, frente a expresiones subliminales como “te vas a enterar” de la otra parte. Estamos delante, como en tantas ocasiones, de un circo mediático que disfraza la realidad. Una nueva pantalla que distorsiona nuestros problemas y que nos hace olvidar, en parte, nuestra cotidianeidad. Nos idiotizamos, si me permitís el uso de este verbo, para estar pendientes de la vida privada de personas que no conocemos pero que, a través de los medios y de las redes sociales, se convierten en parte intrínseca de nuestra vida.

Dejemos aparte sus miserias: luchemos por un mundo mejor y más justo donde lo privado no sustituya lo colectivo. Tenemos, como especie, muchos retos conjuntos. No esperemos que la externalización de nuestros problemas pueda ayudar a resolverlos o a darnos la razón que buscamos. La exposición pública de los conflictos íntimos no conduce a nada, más allá de la promoción personal y de la plasmación del odio o rencor que, aunque se nieguen, han llevado a la acción para realizar la llamada de atención a nuestro entorno. Por este motivo, hago mías las palabras del escritor Oscar Wilde en De profundis: “no hay ninguna razón para que un hombre muestre su vida al mundo. El mundo no entiende las cosas”. ¡Palabra de escritor!

Carles Cortés

Catedrático de universidad y escritor.

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  • Lección magistral, Carles. Y obra espiritual de misericordia: enseñar al que no sabe. Lo triste es que vivimos una época nefasta en la no se quiere aprender y, lo que es peor, muchos creen que lo saben todo. Y se exhiben, sin vergüenza, en las redes sociales. Saludos cordiales.