Montes Tallón, un tipo duro

Conocí a José Luis Montes en un avión que nos llevaba a La Habana; debía ser en el año 94 o así, en un viaje oficial a Cuba con un grupo de destacados empresarios alicantinos, organizado por la Cámara de Comercio que presidía de hecho Luis Díaz Alperi, pero de facto el gallego sabio, Emilio Vázquez Novo.  

José Luis era un empresario de peso, y fundador de FEMPA, pero muy poco conocido de puertas afuera e iba a Cuba a pasar un examen, nada menos, para presidir COEPA, aunque no me queda claro si él lo sabía. Emilio y el resto de los que decidían esas cosas, mientras tomaban mojitos en el Hotel Nacional junto al Malecón, observaban y valoraban. Les encantó su talante, su modestia, la capacidad de preguntar para aprender tomando notas mentales o en su libretita y la forma de decir sin decir. No voy a citar nombres, pero en ese viaje reunimos fácilmente el 70 por cien del PIB de la provincia. Montes aprobó la reválida con nota, le dijeron que le tocaba y en unas semanas sucedía a Isidro Martín.  

Si se piensan que después de eso todos fueron felices y comieron perdices se equivocan como de aquí a Lima. COEPA era entonces una idea con apenas un despacho alquilado y sin dinero para nada. Montes tuvo que lidiar desde el primer día contra algunos de los que le habían aupado, entre ellos Vázquez Novo, que era secretario general de la patronal o Eliseo Quintanilla, que influía mucho, y demostró que era un tipo duro, porque tipos más pusilánimes no hubieran aguantado el pulso. Insisto: en aquellos tiempos la Cámara era un acorazado de combate y COEPA apenas una lanchita de pesca de bajura. 

Además de duro, Montes Tallón tuvo la virtud de rodearse y dejarse aconsejar por gente muy lista que, desde luego, puso los cimientos de lo que llegó a ser COEPA en los buenos tiempos, peleando a brazo partido con la Cámara de Alicante por el espacio y con Valencia por la provincia. Dejó muy pronto el sillón y se volvió a sus ascensores cuando hubiera revalidado el mandato con la gorra, pero ni se le oyó una palabra de queja en público, ni se ahorró esa socarronería que gastaba en privado.

Es un tópico decir que empresarios así no quedan hoy en las organizaciones empresariales, pero me temo que es así y con su marcha nos quedamos un poco más huérfanos los que creemos que las entidades intermedias hacen mucha falta y que el liderazgo se demuestra, no se impone. Montes lideraba sin levantar la voz ni creerse el ombligo del mundo. Le admiraba y seguramente no se lo repetí las veces que lo merecía.