Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Al paso

La Virgen de Guadalupe y el politólogo «pirómano»

Imagen de la segunda aparición de la Virgen de Guadalupe. Autor desconocido. Colección del Museo de la Basílica de Guadalupe (Fuente: Wikimedia).

Los fieles lectores de Hoja del Lunes recordarán mi promesa de escribir sobre la Virgen de Guadalupe todos los años en torno al 12 de diciembre, la fecha que, en 1531, eligió Dios para regalarnos el único cuadro con autoría divina del que se tiene constancia, incluso con aval científico.

Dentro de ocho años se cumplirán los 500 del milagro de Nuestra Señora de Guadalupe. La Virgen se apareció al indio Juan Diego cuando solo habían pasado doce años desde que Hernán Cortes arribara, en 1519, a las costas mexicanas para conquistar el imperio Azteca para el rey Carlos I de España y V de Alemania. Iba acompañado de frailes, como todos los conquistadores, porque la conquista fue también evangelización.

Reproduzco lo que ya escribí otrora. Juan Diego fue uno de los primeros conversos y acudía a la catequesis caminando unos kilómetros desde su casa hasta la humilde sede episcopal que regentaba el obispo franciscano Juan de Zumárraga. La madre de Jesús se le apareció un día, cuando caminaba junto al montecillo Tepeyac, y le encomendó pedir al prelado que levantara un templo, en ese cerro, dedicado a Ella. Como el religioso le exigiera una prueba de que la aparición era cierta, el bueno de Juan Diego se lo dijo a la Señora en la siguiente aparición. Era el 12 de diciembre.

Basílica de Santa María de Guadalupe, Ciudad de México. Fotografía de Drkgk (Fuente: Wikimedia).

La Virgen le ordenó que subiera a lo alto del cerro, que recogiera unas flores y se las llevara en su tilma al obispo. Tuvo que esperar con otras personas en la antesala del despacho episcopal y cuando salió el prelado, ante él y los que le acompañaban, Juan Diego abrió su tilma, su capa india, y al suelo cayeron muchas rosas castellanas mientras en la tilma aparecía la única imagen de María que ha sido pintada por el mismo Dios.

De este hecho extraordinario, al que no encuentran explicación humana cuantos científicos e investigadores de varias universidades estadounidenses (algunos de los cuales trabajaron para la NASA), debería informarse a toda mujer y a todo hombre del planeta Tierra. Porque, entre otras cosas, nos confirmará en la creencia de que somos polvo, pero también inmortales. Acaso puedan ayudar a reflexionar y a albergar esperanza en unos tiempos tan calamitosos especialmente debido a la pandemia del coronavirus.

No es el único acontecimiento sobrenatural que se ha producido a lo largo de los últimos dos mil años, pero sí uno de los más llamativos. Las apariciones marianas más excepcionales en el continente europeo fueron las de Lourdes (Francia) y Cova de Iría (Portugal). En uno y otro santuario se han producido y siguen dándose curaciones milagrosas, atestiguadas por médicos y científicos. Testigos excepcionales hay varios, pero citaré dos por su especial relevancia: los premios Nobel de Medicina de 1912, Alexis Carrel, y de 2008 (hace solo catorce años), Luc Montagnier, investigador especialmente famoso por haber descubierto el agente causante del sida, el VIH, virus de inmunodeficiencia humana y fallecido hace sólo unos meses.

Carrel fue echado de la Universidad de Lyon por creer en los milagros de Lourdes, pero fue fichado por la Universidad de Chicago y la Rockefeller. Era agnóstico y se hizo católico. De los enemigos de los fenómenos religiosos escribió Montagnier que intentan imponer sus dogmas de ‘intelectualidad superior’ frente a aquello que no entienden. Y les invita a “conocer el asunto con más rigor científico y menos conclusiones precipitadas y anticientíficas”.

Tilma original de la Virgen de Guadalupe en la Basílica, Ciudad de México. Fotografía de Juan Carlos Fonseca Mata (Fuente: Wikimedia).

La singularidad del milagro de Guadalupe está en que se consuma cada día en la permanencia de una imagen y una tela de fibra de magüey (una especie de ágave mejicano) que no debieron durar más de 50 años. La tilma del indio Juan Diego, en la que guardó las rosas (castellanas y en diciembre) que la Virgen le invitó a cortar en el montecillo Tepeyac para que las llevara al obispo Juan de Zumárraga en prueba de su aparición y deseo de que se le hiciera una ermita allí, sigue igual de flamante casi 500 años después.

No solo eso, sino que dos científicos de la NASA y otros muchos (entre ellos el Nobel de Química de 1938 Richard Khun, judío) testifican que la tilma no tiene pintura; no hay pinceladas; no hay materiales terrestres conocidos adheridos a la fibra; no hay pigmentos y los colores siguen tan vivos como hace años y años; no están adheridos a la tela sino que flotan a escasísima distancia. No hay explicación humana posible. Firman con sus nombres el libro ‘La túnica de Juan Diego’: Phillips S. Callaghan y  Jody Brant Smith.

Otro investigador contemporáneo, José Aste Tonsmann, ha estudiado, con todos los más modernos instrumentos oftalmológicos, los ojos de la Virgen de Guadalupe, tras haberse hecho pública una fotografía en la que parecía apreciarse una figura humana pintada en uno de los ojos de la Virgen. Ha publicado un libro en que narra su trabajo y el resultado es sorprendente: aparecen no una sino doce figuras humanas entre las que se cuentan el obispo Zumárraga y quienes le rodeaban cuando el indio Juan Diego abrió su tilma ante ellos. Cayeron las rosas y en la tela de magüey apareció la imagen y en los ojos de la Virgen se reflejaron quienes la miraban, como ocurre con los ojos de los vivos.

No es sitio éste, por falta de espacio, para contar más hechos extraordinarios en torno a la Virgen de Guadalupe, pero merece la pena narrar uno que tuvo como triste protagonista al anarquista español Luciano Pérez, quien, en 1921, hizo estallar, cerca de la imagen, una bomba potente escondida en un gran ramo floral. Entre los enormes destrozos causados, una cruz de hierros retorcidos, cruz que se conserva en la basílica mejicana. La imagen no sufrió ningún daño y el cristal que la protegía (que no era blindado, no los había entonces) quedó intacto también.

Yo soy de los que piensan que el universo, y su género humano en especial, son creación de Dios y no fruto de la casualidad como han dicho Stephen Hawking y otros científicos muy respetables, pero faltos de la humildad que exige a ellos el Nobel Luc Montagnier: “conocer el asunto con más rigor científico y menos conclusiones precipitadas y anticientíficas”. La imagen de la Virgen de Guadalupe en México cumple 491 años este 12 de diciembre. Dicen los más entusiastas devotos que, si bien las estadísticas cuentan que en torno al 80 % de los mexicanos se proclaman católicos, el 100 % son guadalupanos. Hay millones por todo el mundo.

Otro obispo y otro indio

El obispo Zumárraga acabó haciendo la ermita que pidió la Virgen a través del indio Juan Diego, ermita que, con el tiempo, se ha transformado en la basílica espléndida que hoy visitan millones de creyentes mexicanos y de todo el mundo. Pero yo me veo en la necesidad de hablarles esta semana de otro obispo más cercano, el nuestro, monseñor Munilla, quien tras el ataque inmisericorde y absolutamente injusto e injustificado del domingo 27 de noviembre en nuestro periódico provincial (ofensivo panfleto del profesor universitario señor Alcaraz, del que ya les hablé), ha recibido, el pasado domingo, día 4, en el mismo medio de comunicación, otro ataque que podría calificarse de alevoso, con el título “Un obispo convertido en pirómano”. Lo firma Carlos Gómez Gil, sociólogo y politólogo, que podría añadir a sus titulaciones la de “pirómano inquisidor” pues ha quemado en su particular hoguera a monseñor Munilla.

Respetando el derecho a la libertad de expresión y haciendo uso del mismo, considero que la reiteración de ataques a nuestro obispo por parte de la extrema izquierda, con argumentos que no tienen la menor consistencia, hace pensar que se trata de una campaña de comunistas y afines para desprestigiar a un obispo culto, piadoso y combativo con las herejías y ciertas leyes de de nuestro tiempo que van contra las enseñanzas de Jesucristo y contra los valores y principios de la ley natural.

A Gómez Gil le parece mal que el obispo se manifieste contra el aborto cuando la ley natural y el quinto mandamiento dicen tajantemente “no matarás”. La ley natural y la Iglesia están contra el suicidio (eutanasia) y contra los que ayudan al suicidio. Munilla y la Iglesia están a favor de medidas del Estado y de otras instituciones, como la propia Iglesia, para prevenir los embarazos no deseados y para ayudar a las mujeres con embarazos no deseados a tener a sus hijos y darlos en adopción si no optan por quedarse con ellos.

El Obispo Munilla (Fuente: Wikimedia).

Es falso lo que pregona Gómez Gil de que Munilla tenga “odio animal a las feministas solo comparable con el desprecio que siempre ha demostrado hacia los homosexuales”. Diría yo que acaso el “odio animal” debería aplicarse a su abominable artículo plagado de mentiras, como la de los enemigos comunistas y filoetarras, contra la Iglesia y el Cristianismo —que siempre condenó el pecado, pero nunca jamás a los pecadores—. La Iglesia y nuestro obispo lo que no pueden es apoyar las aberraciones.

Una de las pocas cosas concretas que echa en cara Gómez Gil a monseñor Munilla es haber dicho en su día “que era más preocupante el materialismo que las consecuencias del terremoto de Haití, en el que murieron más de 300.000 personas. Muy llamativo para quien dice defender su amor sagrado por la vida, salvo que ese tierno sentimiento no llegue a los más desgraciados, claro”.

Observen la cantidad de mentira y odio que encierra esta frase del artículo de Gómez Gil. Primero, la Iglesia se volcó en ayuda a Haití y a sus víctimas y Munilla es un obispo de esa Iglesia que mima a los pobres y no sólo a través de Cáritas. Munilla lamentó la tragedia de Haití que causó 316.000 muertes, según dijo su presidente en el primer aniversario de una de las tragedias más grandes de la Historia de la Humanidad. Munilla lo único que afirma es que el materialismo de los Estados que legalizan y apoyan económicamente los abortos producen 20 (veinte) millones de muertes de inocentes en el mundo ¡cada año!, de ellos cien mil en nuestra querida España y un millón en Estados Unidos. Munilla lloró y rezó por los muertos de Haití. Condena los abortos: no condena a las personas que abortan o ayudan a abortar, sino que reza por ellas y les ofrece la ayuda material y espiritual de su Iglesia. Usted, señor Gómez Gil, ¿qué hace además de mentir y odiar a Munilla y lo que representa?

Ramón Gómez Carrión

Periodista.

2 Comments

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  • Felicidades por este maravilloso artículo en Honor de la Virgen de Guadalupe, madre De Dios misericordiosa y buena que cuida a todos sus hijos que en ella confían
    El 12 de diciembre es un día hermoso para proclamar la fe en la iglesia y en sus obispos y sacerdotes
    Un abrazo querido amigo

    • Guadalupe, Lourdes, Fátima… La madre de Dios se hace madre de todos en Juan Diego; sanadora de todos en Bernardita Soubirous y perdonadora y corredentora a través de Lucía, Jacinta y Francisco. Por muy malos que sean los tiempos, Ella nos salvará. Un abrazo.