Si dijésemos a un amigo o vecino que nuestro equipo marcó tres goles y solamente nos hicieron uno, y además al final del partido, seguramente pensaría que la cosa fue brillante, que estuvo bastante bien, que se venció y se convenció.
Pues no es así. La victoria de este fin de semana del Hércules dejó muchas dudas y siguió sembrando mucha incertidumbre. Sin dárnoslas de listos ni pitonisos, ya advertíamos hace una semana que el Hércules, y sobre todo el entrenador Siviero, tendría un aliado en su confrontación. No era otro que el equipo visitante. Bisoño, vulgar, previsible, en la cola de la clasificación, y que encajaba muchos goles.
Gracias a todo esto, porque a saber cual hubiese sido el discurrir del encuentro si el visitante de ayer hubiese sido un rival más avezado y con más oficio. El Aragón, filial del Real Zaragoza, nos hizo un gol a balón parado, estrelló un tiro en el poste, he hizo que el guardamenta Falcón tuviera que ejercitarse de manera más que efectiva en al menos dos o tres ocasiones. O lo que es lo mismo, que hizo dos o tres paradones de portero experimentado. Y eso que eran colistas, y eso que eran los más goleados, y eso que solamente llevaban tres puntos, y eso que no han habían ganado un partido hasta la fecha. Menos mal.
Todas estas circunstancias, más la genialidad del delantero Oscar Díaz, que hizo un doblete, allanaron el camino para conseguir la victoria y prolongar la vida del entrenador ya claramente señalado, desde hace un par de jornadas. Todo ello no fue óbice para que desde la grada, se volviera a escuchar la cantinela habitual, con música ya conocida del acervo popular de «SIVIERO VETE YA» «SIVIERO VETE YA».
De lo poco positivo, que el tal Oscar Díaz siga viendo puerta y consiga ponerse en un nivel físico óptimo, esto puede ser determinante; a ello hay que pedirle además, que por favor vuelva pronto, por sus fueros y bien recuperado, el alcoyano Juli.
En cualquier caso, el Hércules de ayer demostró que es muy blandito y que a poco que un contendiente con oficio le aprieta le hace sufrir lo indecible. Con Siviero o sin él, que quizá ya sea lo de menos, lo que resulta evidente es que el equipo confeccionado adolece de bastantes cosas y detalles fundamentales, y si Ramírez se lo permite, el secretario técnico Javier Portillo deberá en el mercado de invierno buscar de tres a cuatro remiendos.
Y lo más triste no es eso. Lo más triste es que tengamos que empezar a demandarlo o a echarlo en falta cuando estamos a principios de octubre y esto no ha hecho mas que comenzar.
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