En el primer partido de esta liga 2020-2021 el Hércules vence de una forma laboriosa, trabajada, extenuante e incluso con rocambolesco final, al conjunto valenciano de la Unión Deportiva Atzeneta. El representante de esta pequeña localidad, ni mucho menos jugó como un equipo de pueblo. Se nota que está bien trabajado de la mano del conocido exjugador internacional del Valencia, David Albelda, y que en sus filas hay sobrado oficio. Si el pueblo en cuestión tiene poco más de mil habitantes, alguien estará poniendo la pasta, pero que nadie vaya a pensar que este conjunto es la cenicienta del grupo. Ya la pasada semana le plantó cara al Valencia Mestalla y hoy aquí no puntuó porque la suerte que tantas veces echamos de menos, en este caso la tuvimos de cara.
Hércules 2 – U.D. Atzeneta 1

Vaya por delante que el propio Hércules, como club, es ajeno a todo esto que voy a relatar, toda la culpa es del maldito coronavirus, pero el caso es que para entrar hoy como prensa al campo había que identificarse, en determinada puerta, y te daban la acreditación, aunque habrá que confirmar asistencia cada quince días, pese a ello. Antes de entrar te toman la temperatura y todos los medios están ubicados en las cabinas, en todo lo alto, de lo más alto de la Tribuna Alta. Subir los escalones desde el terreno de juego ya no es apto para mayores de cincuenta años. Cabinas individuales e identificadas. Cada uno a su sitio. Los fotógrafos de prensa no pueden pisar el césped, el club sirve la foto oficial de la alineación inicial. Se ubican detrás de una portería y en el descanso si quieren cambiar a la otra piden permiso. Al acabar el partido sin dilación a la sala de prensa, y al marchar el desalojo no por donde siempre, sino por un trayecto que te hace volver a subir, bajar, rodear y salir a la calle por la puerta dos, la que coincide con el aparcamiento y a casita rápidamente. Por supuesto la mascarilla por encima de la nariz en todo momento, ese es el salvoconducto de este tiempo que nos ha tocado vivir.

Mientras esos mil aficionados que pagaron sus cincuenta euros de compromiso y posteriormente adquirieron su entrada iban llegando. Entre fondo, preferente y tribuna, quizá fueron menos, pero animaron y dieron al equipo color y calor. Herculanos, herculanos, hasta la médula, pese a los inconvenientes no desfallecen. En cualquier caso, resulta desolador ver un campo de treinta mil espectadores con mil, el diez por ciento del aforo. Minutos antes de comenzar el partido me venía a la mente una corrida de toros de este pasado sábado en Badajoz, había alrededor de cuatro mil personas, y todavía más, hace alrededor de veinte días en una localidad francesa del sur del país vecino, Dash, se celebraba una corrida de toros con motivo de la Fiesta de la Vendimia, con doce mil espectadores, uno al lado del otro. A pocos kilómetros de España.
Debe ser que el «bicho» entiende de horarios y fronteras.
El partido no fue fácil para el Hércules desde un primer momento. El juego fue de tú a tú y con excesivo centrocampismo, y además con respeto entre ambos contendientes. Cierto es que los porteros hasta ahí no tuvieron intervenciones de mención, porque no se chutó entre los tres palos.
En el minuto veintisiete llegó el penalti y el gol, con el que el conjunto visitante se adelantó en el marcador. En un centro por la derecha, el árbitro interpretó que Moisés, el central alicantino, interceptó el balón con la mano. Le amonestó con amarilla, pena máxima y gol. La puya espoleó al Hércules y tuvo alguna jugada de mérito hasta el descanso, como en una falta, en la que Anacker tuvo una gran intervención desviando a saque de esquina y un posterior remate a puerta de cabeza de Borja.

Al vestuario con desajuste de juego y con desajuste anímico. La Atzeneta iba por delante en el marcador. A la vuelta, como no podía ser de otra forma salió el Hércules a por todas. Los valencianos quisieron hacer bueno el empate y si acaso se hicieron más prudentes no subiendo tanto al ataque. Y fue ahí donde comenzaron a pasar cosas.
Cosas como el penalti innecesario pero real, a favor del Hércules en el minuto cincuenta y nueve, por zancadilla a Acuña, cuando el balón ya se perdía por la línea de fondo. Indecisión a la hora de tirarlo. Lo lanza Moyita y al poste. Persistía el cero a cero, y lo peor parecía que todo iba a salir mal una tarde más. En el sesenta y cinco Manu Garrido que había salido en la segunda parte, protagoniza la mejor jugada ligada hasta el momento del partido, gran disparo con parábola, pero el meta le adivina la acción y salva otro gol, y otra ocasión más tres minutos después en una melé dentro del área.
Pero al poco, a quince minutos para el final, el balón por la derecha llega a Acuña, de lo mejor de este Hércules. La engancha con la derecha, se la acomoda y lanza rasa y cruzada al palo largo del portero. Era el empate a uno.

Quedaba tiempo para ganar, pero muchos ya daban esto como mal menor. Entonces pasó lo que pasó. Si el Hércules fuera equipo de Primera División, la jugada en cuestión la verían ustedes repetida por las televisiones en los espacios deportivos una y mil veces. Algo rocambolesco, casi un número circense. Si se ensaya un millón de veces, da igual, porque no se va a conseguir de nuevo.
Ya casi en el noventa, le pitan una falta a favor al Atzeneta a mitad de campo, el jugador opta por enviarla hacia atrás a su portero en vez de colgarla hacia adelante. El portero recibe el balón y despeja, pero lo hace mal y se encuentra con el cuerpo de Manu Garrido a quien le rebota, pero reacciona porque tiene tiempo suficiente, corre hacía portería sobre sus pasos y al ir a atenazarla medio tropieza, medio se le vuelve a escapar el balón cuando tenía toda la ventaja. Manu Garrido que le había perseguido empuja el balón a la red y se consiguen tres puntos de oro. los primeros de la temporada. En mi pueblo habrían dicho que el portero hizo una de «Charlot» y no fue para menos.
Entre el delirio de los jugadores y los poco menos de mil aficionados el colegiado pitó el final. Tanto en el fútbol como en la vida en general, unas veces se nos da y otras veces se nos quita.

Por eso a la sala de prensa David Albelda llegó con la risa floja y confesando que se iban fastidiados pero orgullosos.
Por su parte el técnico local David Cubillo, valoró la victoria y la importancia del triunfo. La mentalidad ganadora del equipo y el control del partido de principio a fin, lamentando no haber ganado de forma más holgada por ocasiones y no de manera casi anecdótica.
Pues eso. Pese a todo la primera BATALLA del Rico Pérez, con protocolo COVID, se ganó. Que siga la racha aunque sea con MASCARILLA.
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