Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Impulso irresistible

La espiritualidad es la mayor rebeldía

Fuente: Federación de Periodistas del Perú.

El covid-19 está resultando una pandemia global larga y multifacética que nos ha dejado tocados a todos los humanos y, mientras siga estando ahí escondida, agazapada y expectante a ver por dónde se nos echa encima en un nuevo ataque que nos jorobe la vida (la nuestra y la de los nuestros, que somos un todo) no nos quitaremos la amenaza constante e insistente que es lo que experimentamos y recordamos cada vez que salimos a hacer nuestras tareas en el exterior. Salimos envueltos en mascarillas y sombreros que se han convertido en compañeros fisgones porque se enteran de todo lo que hacemos a diario, especialmente los recaditos de la compra habitual de alimentos y material para tener la casa en condiciones de revisión permanente en lo referente a higiene y otras necesidades que forman parte de la vida habitual que, por los menos, nos está permitido, aunque ahora parezcamos más torpes o inútiles al no reconocer a quienes nos saludaban cotidianamente al otro lado de la calle o del mostrador del establecimiento donde nos detengamos, porque tenemos la cara tapada y así no se puede ir alegremente por la calle (¿para qué hacer una sonrisa diseñada y ensayada ante el espejo antes de salir de casa si eso no va a verse desde el otro lado del pañuelo convertido en pantalla?; incluso si alguien quisiera podría echarnos en cara que nos estamos burlando con ironía escondida delante de sus propias narices; oiga, es que hay gente complicada y retorcida para todo, ¿verdad que sí?).

No, no estamos de cachondeo; de eso nada. Se trata de darle ciertos toquecitos de humor a este modo de vivir monótono en el que estamos instalados. La directora del Instituto de Estudios Superiores de la Familia, Montserrat Gas, nos dice en una revista mensual que “para la gran mayoría de las personas la pandemia está suponiendo una amenaza en muchos ámbitos de la vida, como la salud, la economía, el estilo de vida (personal, familiar y social), y todo esto tiene como consecuencia un aumento de la tensión y de las preocupaciones con importantes implicaciones de salud. Nos encontramos ante una crisis en toda regla, que amenaza globalmente el futuro inmediato de nuestra sociedad, y a la que hemos de hacer frente con todos los recursos disponibles. En los contextos de crisis se utiliza con frecuencia el concepto de resiliencia definida por los expertos como la capacidad de adaptarse positivamente a un contexto de adversidad, saliendo fortalecidos de ella”. En estos contextos de crisis la religiosidad tiene un papel muy importante, y esta actitud favorece a la calidad de vida de las personas. La espiritualidad es una necesidad del ser humano, que además se convierte en recurso que favorece el bienestar emocional y nos ayuda a sacar fuerzas del contacto directo con el sufrimiento. Las creencias religiosas proporcionan apoyo y estabilidad además de brindar un sentido último que aporta coherencia y seguridad a la vida de las personas.

Nos hemos fijado también en este relato que añade que “ante el panorama cultural postmoderno, caracterizado por un alto desarrollo tecnológico y por un creciente valor existencial y un individualismo que lleva al aislamiento, se vuelve a confirmar que LA ESPIRITUALIDAD ES LA MAYOR REBELDÍA DEL SER HUMANO, esa  rebeldía que nos ayuda a superar las limitaciones que conocemos y las que por el tiempo nos van saliendo y nos van fastidiando lo suficiente como para incomodarnos, que es un modo de hacer frente a los obstáculos que nunca dejan de salirnos al paso cuando menos lo esperamos, y que tanto notamos conforme nos vamos haciendo mayores. Esa frase que estamos recordando era una afirmación frecuente de un sacerdote español que la utilizaba mucho, que tenía mucho tirón y efectividad en su forma de hacer apostolado y en sus escritos y homilías, que eran verdaderas cargas profundas por su especial forma de decir, por su especial personalidad, por sus dichos, contenidos y sus expresiones para hacer reaccionar a la gente, y por las que llegó a tener fama de santo, nombrado así en el año 2002 después de haber muerto en 1975.

Demetrio Mallebrera

Periodista.

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