Alfonso VIII de Castilla, el de las Navas de Tolosa; Alfonso IX de León, cuna del parlamentarismo; Fernando III El Santo y Alfonso X El Sabio.
En este recorrido por la formación de los reinos medievales de la península hemos visto los cambios de fronteras, las dependencias de unos con otros y las interrelaciones e influencias entre ellos, tanto cristianos como musulmanes, así como las uniones matrimoniales de sus reyes y nobles con princesas y damas de la nobleza por intereses políticos y territoriales o de respeto y sumisión. Habiendo visto en el capítulo anterior, bajo el título de El Reino de León y Reino de Castilla, el origen y la conformación de Castilla, primero como condado y luego como reino dependiente de León, continuaremos con la consolidación del Reino de Castilla, su independencia del Reino de León y la formación de la Corona de Castilla.
División de dos reinos
Alfonso VII el Emperador, a su muerte, dejó en herencia a su primogénito, Sancho III, el Reino de Castilla con parte del País Vasco (la otra parte pertenecía al Reino de Navarra, aunque en el reinado de su hijo se llevó la frontera hasta el río Bidasoa, frontera actual con Francia), La Rioja y Toledo; y a Fernando II (segundo hijo varón) el Reino de León con Galicia y Asturias, dejando de esta manera dividido un territorio de considerable extensión e influencia que, durante 73 años, fueron independientes desde 1157, año en que murió Alfonso VII, hasta 1230, año en el que fue reconocido Fernando III el Santo de Castilla, rey de León. Ese periodo fue un tiempo de inestabilidades y guerra civil.
Sancho III de Castilla sólo reinó durante un año. En ese corto espacio de tiempo invadió León pero, antes de enfrentarse a su hermano Fernando, se firmó el Tratado de Sahagún, en el año 1158, con la devolución de las tierras que ocupó Sancho y se acordó la repartición de los territorios musulmanes que conquistaran en el futuro, así como ayudarse en los posibles enfrentamientos con otros reinos. Aunque lo más significativo fue la decisión de acordar que, en caso del fallecimiento sin descendencia de uno de los dos hermanos, sería el otro o alguno de sus descendientes quien heredara el trono de aquél.
Alfonso VIII de Castilla, el de las Navas de Tolosa
A los pocos meses de haber concertado estos acuerdos de herencia del trono, murió Sancho III de Castilla un año después que su esposa. Fue su hijo Alfonso, que contaba con dos años, quien heredó el trono conducido por una serie de mentores que llevarían las riendas del gobierno y la educación de rey aún niño. El hecho de la muerte de Sancho provoco el enfrentamiento entre las dos familias más poderosas, los Lara y los Castro, por la custodia del pequeño Alfonso. Esta situación facilitó a su tío, Fernando II de León, y al rey de Navarra, Sancho VI, apoderarse de ciertos territorios fronterizas con sus reinos respectivos.
Alfonso VIII era hijo único del rey de Castilla Sancho III y de su esposa, doña Blanca de Navarra, hija del nieto del Cid, el rey de Pamplona García Ramírez el Restaurador (con él el Reino de Navarra volvió a ser independiente del Reino de Aragón a la muerte de Alfonso I el Batallador). Al cumplir catorce años, Alfonso VIII fue declarado mayor de edad y tomó las riendas del gobierno de Castilla. Aquel mismo año celebró nupcias con Leonor, una niña de diez años, hija de Enrique II Plantagenet, rey de Inglaterra y Leonor de Aquitania, y por tanto hermana de Ricardo Corazón de León y de Juan sin Tierra. Una vez asentado como rey se alió con Alfonso II de Aragón para recuperar las tierras que le había arrebatado Sancho VI de Navarra (Logroño y parte de La Rioja). Todo el reinado de Alfonso VIII estuvo marcado por las confrontaciones entre el rey de Castilla y los almohades, una vez que éste fue mayor de edad; anteriormente mantuvo una alianza con el musulmán Rey Lobo (Muhámmad Ibn Mardanix), pues Castilla se encontraba debilitada por los enfrentamientos entre los Lara y los Castro.
Los hechos más destacados de su reinado fueron: de 1170 a 1173, el fracasado asedio de Huete; de 1177 a 1190, la conquista de Cuenca; de 1194 a 1197, la terrible derrota de Alarcos; y de 1211 a 1213, la victoria en Las Navas de Tolosa. Durante el reinado de Alfonso VIII, y con el apoyo del obispo Tello Téllez de Meneses, se fundó en Palencia la primera universidad de España.
Con el asedio de Cuenca habían quedado rotas las treguas firmadas en 1173 y daban comienzo unos años de enfrentamientos. Después de otros tantos de paz entre los años 1190 y 1194, acabada la tregua, tomó la iniciativa Alfonso enviando un gran ejército hasta Sevilla atravesando el Guadalquivir. Este hecho hizo reflexionar al Califa de Marrakech la urgencia de proclamar la guerra santa y venir a la Península. Alfonso VIII, al ver el peligro que suponía la incursión hacia el norte del gran ejército musulmán convocó a todo su ejército formado por nobles, milicias concejiles y órdenes militares para hacer frente a las huestes almohades cercanas a las fronteras de su reino. En julio de 1195 en Alarcos (Ciudad Real), se produjo una severa derrota de los castellanos. Y a raíz de esta derrota se perdieron todos los castillos al sur de los Montes de Toledo. A las pérdidas humanas y territoriales, había que añadir que los reyes de León y de Navarra se unieron a los almohades contra el rey castellano, y Castilla el año 1196 se vio invadida por el sur por los almohades, por el oeste atacó Alfonso IX de León, ayudado por huestes almohades, y por el este, fue Sancho VII el Fuerte de Navarra el que invadió Castilla. La única ayuda que tuvo Alfonso VIII fue la del rey Pedro II de Aragón contra almohades y leoneses.

En el año 1197 se firmó una tregua de paz total que se iría prorrogando en años posteriores hasta el año 1210 con los musulmanes. Esto posibilitó a Castilla responder a los ataques de leoneses y navarros y resarcirse de los daños recibidos en Alarcos y de las pérdidas en los enfrentamientos de los años siguientes.
Fue Pedro II de Aragón, quien no veía con buenos ojos esas treguas entre Castilla y los musulmanes, y deseoso de iniciar una guerra contra el islam y conquistar Baleares el que se dirigió al papa Inocencio III para que animase a Alfonso VIII a romper la tregua. Al no renovarse dicha tregua, tanto Alfonso como los almohades se prepararon para un nuevo enfrentamiento. Así que el Califa llamó a una nueva guerra santa llegando desde Marrakech a Sevilla en junio de 1211 y reuniendo el mayor ejército visto en la Península que se dirigió a Salvatierra, convento de la Orden de Calatrava. Alfonso no fue a prestar auxilio y autorizó la rendición, pues aún no quería presentar batalla contra un ejército tan enorme, pero la resistencia de Salvatierra propició el desgaste de las tropas almohades.
Alfonso VIII solicitó al papa Inocencio III su apoyo y que favoreciese la participación de los reinos cristianos de la Península, así como la designación de cruzada por la cristiandad. Se unieron a dicha iniciativa Pedro II de Aragón, Sancho IV de Navarra y algunos voluntarios de León (el rey Alfonso IX de León, primo de Alfonso VIII de Castilla, no acudió por el enfrentamiento personal existente entre ellos) y algunos voluntarios portugueses. El califa almohade Muhammad al-Nasir les esperaba cerca de Santa Elena localidad de Jaén.
Dicha batalla (“la batalla del castigo”, según las crónicas árabes; y de “Las Navas de Tolosa”, para los cristianos), se saldó con la victoria cristiana. En los meses siguientes el ejército cristiano continuó conquistando castillos por la zona sur de la Península.
Esta batalla fue la más importante y más decisiva de los ocho siglos de la Reconquista, pues inició la decadencia de la ocupación musulmana en la Península Ibérica y abrió las puertas de Andalucía a los ejércitos cristianos para que los reyes posteriores acabaran conquistándola.
Fernando II (1157-1188)
Fernando II, rey de León, en la disputa entre los nobles castellanos de Lara y de Castro, también fue uno de los tutores de su sobrino, Alfonso VIII de Castilla, al igual que también lo fue de Alfonso II de Aragón, por lo que Fernando se intituló “Rex Hispanorum” y “Rex Hispaniarum”, es decir, rey de los hispanos y de las Hispanias. Luchó contra los almohades, contra los portugueses y los castellanos, cuyo rey era su sobrino.
Alfonso IX de León (1188-1230). El nacimiento del parlamentarismo
A la muerte de Fernando II, su hijo Alfonso IX subió al trono de León tras algunas dificultades iniciales en la sucesión por ser hijo del primer matrimonio anulado por el papa por consanguinidad y su madrastra pretendía que Sancho, hijo de esta última, subiera al trono. El mismo año 1188 convocó curia plena en el claustro de San Isidoro, en la capital del reino. Es la primera vez que acuden representantes de pueblo elegidos por las ciudades junto a nobles y eclesiásticos por lo que se considera como las primeras cortes de la historia. La UNESCO ha reconocido este hecho otorgando a León el título de “Cuna del Parlamentarismo”. Es el precedente más antiguo del sistema parlamentario.
Ese año, aprovechando que Alfonso IX era un inexperto recién llegado, su primo Alfonso VIII de Castilla se apoderó de algunas tierras del norte. En una curia extraordinaria la madrastra de Alfonso IX (interesada en que subiera al trono de León su hijo) y el mismo Alfonso VIII hicieron que el joven rey besara la mano de su primo en señal de vasallaje por ser de mayor linaje y casó con Urraca, niña de dos años, hija de Alfonso VIII. Más adelante repudiaría a Urraca y en 1197, se armó a sí mismo caballero en Santiago de Compostela apoyado por el clero y los nobles. En 1190, los reinos de León, Portugal y Aragón se aliaron contra Castilla para contrarrestar el poder que estaba acumulando.

A principios de 1196, un contingente de leoneses y musulmanes, mandado por el castellano de Castro, entró en Castilla, casi al mismo tiempo los almohades atacaron por el sur de Castilla. Alfonso VIII preparó sus tropas y las que le envió Pedro II de Aragón. Cuando los almohades terminaron su campaña y ya se habían retirado atacó a Alfonso IX. A continuación asoló las tierras de Astorga y parte de las del Bierzo, y volvió para tomar Puente Castro, junto a León. Regresó a Castilla con un gran botín. Pero otro acuerdo entre Alfonso IX con los almohades le permitieron continuar la guerra contra Castilla. Esta vez fue Alfonso VIII de Castilla quien pidió una tregua de cinco años que le permitió rehacerse y reforzarse con tropas de Pedro II. El rey de León sin el apoyo de los almohades no pudo hacer frente a Castilla ni a Portugal (que habían tomado Tuy y Pontevedra) y tuvo que negociar la paz. Esta se alcanzó por el acuerdo de ambos reyes en el matrimonio entre Alfonso IX y Berenguela, hija mayor de Alfonso VIII y la cesión de castillos de ambos reyes a Berenguela en concepto de arras. Algún tiempo después, el papa Celestino III no otorgó la dispensa por motivo de consanguineidad entre los cónyuges al ser tío y sobrina (padres del futuro Fernando III El Santo).
Alfonso IX, debido a las rencillas entre primos, no participó en la batalla de Alarcos en la que su primo, el rey de Castilla, sufrió una gran derrota contra los Almohades. Y tampoco participó en la batalla de Las Navas de Tolosa en 1212, aunque sí acudieron voluntarios leoneses para engrosar las tropas cristianas.
Las guerras contra Portugal, Castilla y Aragón fueron continuas. Pero en los comienzos del siglo XIII pudo rehacerse y centrarse en la recuperación de Extremadura. Tomó Badajoz y Mérida y posteriormente, Cáceres, abriendo el camino hacia Sevilla.
Falleció en 1230 dejando como herederas del reino a sus hijas Sancha y Dulce de la segunda mujer. Aunque tras algunas luchas civiles le acabó sucediendo su hijo Fernando III, que ya era rey de Castilla. Al ser ya rey de Castilla y León surge la Corona de Castilla.
Fernando III, El Santo (1201 1252). La Corona de Castilla
Fernando III es uno de los reyes hispanos más importantes de toda la historia española. Su política propició unos acontecimientos que marcarían el devenir de España durante siglos. Fernando III, El Santo, nació en Peleas de Arriba (Zamora) en el año1201, y murió en Sevilla en 1252. Fue rey de Castilla entre el año 1217 y 1252, y de León entre 1230 y 1252. Siguió renovando los primeros años hasta 1224 las treguas con los almohades firmadas por Alfonso VIII tras la batalla de Las Navas de Tolosa. Llegada esta fecha, el rey reunido con los nobles y prelados, tomaron la decisión de no continuar con las treguas vigentes desde 1214.
Para llegar a ser rey sucedieron una serie de circunstancias fortuitas puesto que los herederos de Castilla, Fernando, muerto a causa de unas fiebres y su hermano Enrique I, que reinó entre los años 1214 1217, murió también a la edad de trece años cuando jugaba con otros niños y le impactó en la cabeza una teja desprendida de una torre. Así pues, es como pudo llegar a reinar Fernando III tras la abdicación de su madre la infanta Berenguela (hermana mayor de Enrique I de Castilla), que había sido esposa de su propio tío de ella, Alfonso IX de León, padre de Fernando III. También se convirtió en rey de León en 1230 al morir otro Fernando que iba a ser heredero de Alfonso IX de León y la muerte de este.

La coronación de Fernando como rey de Castilla hizo que la familia Lara que quería tener bajo su tutela a Fernando niño se levantara en armas. Ese levantamiento fue apoyado por rey Alfonso IX de León, padre de Fernando. Padre e hijo llegaron a un acuerdo y firmaron una tregua por la que se entregaba a Alfonso la posesión de varias ciudades y villas castellanas, y Fernando pagó una deuda que debía el difunto rey Enrique I. En el año 1218 los Lara, con apoyo de Alfonso, se volvieron a levantar contra Fernando, y tras la muerte del alférez mayor que pertenecía a la casa de los Lara y la mediación de Berenguela, ambos reyes dieron por finalizadas las guerras entre los dos reinos. Después de someter el poder de sus nobles, fortaleció su autoridad y se pudo centrar en crear un reino próspero y fuerte, apoyado por su pueblo y se centró en extender sus fronteras en territorio musulmán. En el año 1230, Fernando III de Castilla, heredó el trono de León, aunque su padre era partidario inicialmente de sus hijas Sancha y Dulce (muerto Fernando, el hermano de estas), que eran fruto de su primer matrimonio con Teresa Sánchez de Portugal. De esta manera, Fernando, unió definitiva Castilla y León.
Fernando III fue ampliando sus fronteras. En el año 1224 muerto el califa almohade Yusuf II se iniciaron una serie de luchas entre musulmanes. Asediado un musulmán rebelde en Baeza por el emir de Sevilla, llamó en su defensa al rey cristiano, que unió sus tropas al rebelde, y consiguieron derrotar a las fuerzas del emir conquistando una serie de castillos, que Fernando se los entregó a su aliado musulmán. Esta alianza permitió la entrada en Al-Andalus al año siguiente, 1225.
Fernando III conquistó los territorios musulmanes de Badajoz, Jaén, Murcia y Córdoba (capital del emirato y califato) y Sevilla (ciudad de máxima importancia), ambas emblema para los musulmanes de la península. Conquistó todos los territorios de Al-Andalus dejando el reino de Granada que comprendía también Málaga y Almería como súbdito suyo. Y consiguió expulsar el poder islámico hacia África.
La Corona de Castilla quedó integrada por un vasto territorio formado por el Reino de León, el Reino de Galicia, el Principado de Asturias, el Reino de Castilla, el Señorío de Vizcaya, el Reino de Toledo, el Reino de Sevilla, el Reino de Córdoba, el Reino de Jaén y el Reino de Murcia.
Fernando III muere en 1252 mientras organizaba una intervención en el norte de África que impidiese la amenaza musulmana.
Fernando III dio, junto a Jaime I Rey de Aragón, un empuje a la Reconquista, que en sus reinados se ampliaron las fronteras de sus respectivos reinos más que en casi todos los siglos anteriores, conquistando todos los territorios del sur de lo que hoy es Castilla La Mancha, Extremadura, el sur de Aragón. La Comunidad Valenciana, Murcia, parte de Baleares y los territorios andaluces al norte de los Sistemas Béticos.

Con Fernando III El Santo, rey de espíritu conciliador, comenzaron también las construcciones de las catedrales de Burgos en 1221, de Toledo y de León, y la Universidad de Salamanca pasó a ser la más importante del reino. Con él se abre una época de esplendor cultural, que su hijo, Alfonso X El Sabio, llevó a su máximo esplendor.
Está enterrado en la Capilla Real en el altar mayor en una urna de plata, que constituye el más alto exponente de la orfebrería barroca española. En la misma capilla, en un lateral, está enterrado su hijo Alfonso X el sabio. La capilla está junto a la Catedral de Sevilla, cuya patrona es Nuestra Señora de los Reyes, que al parecer recibe este nombre porque se cree que esta talla de la Virgen fue donada al rey Fernando III el Santo por su primo, el monarca San Luis IX de Francia.
Alfonso X El Sabio
Nació en Toledo en 1221 y falleció en Sevilla en 1284.
Era hijo del rey castellano-leonés Fernando III y de su esposa la princesa alemana Beatriz de Suabia. Fue rey de Castilla y León entre los años 1252, fecha de la muerte de su padre, y 1284, año de su fallecimiento.
Su infancia la pasó en tierras gallegas donde recibió una sólida formación intelectual, base que le sirvió para promover su política cultural.
En su etapa de príncipe heredero, Alfonso logró la incorporación del reino taifa de Murcia combinando la diplomacia y las armas en el año 1243 comprometiéndose los musulmanes a entregar parias a la Corona de Castilla a cambio de ser protegido por los cristianos. Pero tuvo que sofocar unas revueltas en el año 1245 provocadas por un sector de población musulmana descontenta con dicho pacto.

Ya como rey, Alfonso X, continuó la conquista por tierras de Andalucía, llegando a apoderarse de distintas plazas: Lebrija, Niebla, gran parte de lo que es Huelva, Jerez, Medina-Sidonia y Cádiz, en 1262. Las tierras que iba conquistando como también hizo con Murcia, las iba repoblando. También tuvo una actividad repobladora en el País Vasco, en donde se crearon algunas villas; y algunas poblaciones en Asturias y Galicia.
Dos años antes comenzó una campaña en el norte de África, aunque acabaron abandonándola por tener que prestar atención a otros conflictos en la Península. En 1264 tuvo que sofocar una fuerte sublevación de la población mudéjar en Andalucía Bética y en el Reino de Murcia promovida por los reyes de Granada y Túnez. Pero también se vio obligado a reprimir rebeliones interiores, como la protagonizada por el infante Enrique y varios nobles (1255), la revuelta que se produjo en Vizcaya (1255) o la que encabezó el infante Felipe (1272).
A pesar de los enfrentamientos iniciales entre Castilla y Aragón por temas fronterizos, estos culminaron poniendo fin a sus diferencias entre Jaime I de Aragón y Alfonso X de Castilla con el tratado de Almizra, en el que se acordaban la frontera entre Aragón y Castilla. El tratado reconocía como valencianos los territorios que iban desde Biar hasta Denia conservando el Rey de Aragón los castillos de Biar, Castalla, Xixona, Finesstrat, ,Polop y Altea a cambio de la paz y del matrimonio de Alfonso X con la hija del de Aragón. Casado con Violante, hija del Conquistador, recibió a partir de entonces, ayuda leal por parte de su suegro en las situaciones de apuro con los moros. No en vano conquistó varias ciudades al sur de la frontera valenciana a beneficio de Castilla: Elche, Orihuela y Murcia. Jaume I le instó en forma de consejos a gobernar siguiendo una serie de recomendaciones, que oyó Alfonso por la experiencia como rey de su suegro.
Legado de Alfonso X El Sabio
El Rey Sabio destacó sobre todo por su apoyo y actividad cultural. Adoptó el castellano como lengua oficial. Tenía profundos conocimientos de astronomía, ciencias jurídicas e historia y le interesaban todas las ramas del saber. Creó la Escuela de Traductores de Toledo, donde con compiladores y autores originales emprendió gran recopilación de toda clase de saberes para la elaboración de libros, que el propio rey corregía y supervisaba. Su gran interés por la cultura le hizo reunir a judíos, musulmanes, castellanos e italianos, que trabajaron unidos en una obra universal. Hay que destacar la internacionalidad de la Corte del rey Alfonso X.
Estas obras así producidas se pueden enmarcar en tres grandes recopilaciones, como son: obras jurídicas (la redacción de la que sería su gran obra, el Código de las Siete Partidas en el que se recoge lo mejor del derecho romano para unirlo con las tradiciones de Castilla más arraigadas), obras científicas (los Libros del saber de astronomía con sus Tablas astronómicas o Tablas alfonsíes, y los Libros de ajedrez, dados y tablas, y otros conocimientos) y obras históricas (la Crónica general y la Grande e general estoria, en la que se cuenta en el primero, la historia de España con una visión unificadora en términos nacionales y políticos; en el segundo, se narra la historia universal). Alfonso también cultivo la poesía en lengua gallega, destacando las Cantigas de Santa María, dedicadas a enaltecer los milagros de la Virgen María.
En el ámbito económico, durante su reinado, cabe mencionar la puesta en marcha de numerosas ferias y la del “Honrado Concejo de la Mesta”.
Conclusión
El proceso que se inició en las primeras décadas del siglo VIII como unas revueltas contra los musulmanes que habían impuesto unas exigencias excesivas a los habitantes de las montañas asturianas y cántabras desde Gijón, y que hicieron levantar a los Dux o nobles de aquellas tierras dirigidos por Don Pelayo sin pensar en lo que influiría en los siglos posteriores, acabó con la hegemonía de la Corona de Castilla (ya hablaremos de la Corona de Aragón). Durante ese proceso de conquista y ampliación de los territorios pasaron de ser reductos en las montañas y valles a ser reinos, este proceso fue protagonizado por distintos caudillos convertidos con el paso del tiempo en reyes y por los nobles y los habitantes de dichas zonas con sus respectivas repoblaciones de las tierras con las que iban ampliando sus territorios. Los reinos de Asturias, de Galicia, de León y de Castilla terminaron unidos y formando un vasto reino que se denominó Corona de Castilla, a la que gracias a los reyes Fernando III El Santo, que amplió sus fronteras, más que todos los reyes anteriores juntos, por casi todo Al-Andalus y la consolidación de Alfonso X El Sabio, que culminó con su gran aportación cultural, la que se había ido gestando en los siglos anteriores, desde el siglo VIII al XIII.
Querido Juan Antonio Urbano enhorabuena por tu gran estudio sobre la Corona de Castilla. Completo e ilustrativo. Demuestras que eres un historiador magnifico.
Me ha gustado mucho.
Un abrazo Julio Calvet Botella
Muchas gracias, querido Julio. En realidad soy un entusiasta de la Historia de España y disfruto viajando al pasado en busca de nuestras raíces para entenderlas mejor. Un abrazo.