Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Opinión

Con los pantalones por los tobillos

Momento del Pleno Municipal donde Echávarri readmite a la interina despedida. Foto: cadena ser alicante
Momento del Pleno Municipal donde Echávarri readmite a la interina despedida. Foto: cadena ser alicante
Todos los artículos de opinión escritos y generados durante la última semana, sobre el asunto del despido del ayuntamiento de la funcionaria interina, cuñada del portavoz del partido Popular, han quedado ya viejos, desfasados y caducos a tenor de cómo se han precipitado los acontecimientos en las últimas horas.   Si la noticia era «El […]

Todos los artículos de opinión escritos y generados durante la última semana, sobre el asunto del despido del ayuntamiento de la funcionaria interina, cuñada del portavoz del partido Popular, han quedado ya viejos, desfasados y caducos a tenor de cómo se han precipitado los acontecimientos en las últimas horas.

 

Si la noticia era «El alcalde cesa por decreto a la cuñada de Luis Barcala», ahora el titular pasa a ser «El pleno del ayuntamiento obliga a la readmisión de la cuñada de Luis Barcala».  La que a día de hoy es, quizás, la cuñada más famosa de Alicante, volverá a su puesto en Cultura, merced a lo acordado este pasado miércoles por el pleno municipal. Con los votos a favor de Partido Popular, Ciudadanos y el concejal Sepulcre, los del Partido Socialista en contra y la abstención de Guanyar y Compromís, será readmitida.   

 

Y ahora llega el aluvión de matices. Es evidente que el alcalde Echávarri obró y actuó a sangre caliente. Es evidente que no se lo pensó dos veces ni midió las consecuencias, como también es evidente que con su fondo de razón, comenzó por donde no debía. En la decisión se quedó solo, más solo que la una. Se puso en contra a la oposición, a sus socios de gobierno, a los sindicatos, a los propios funcionarios y, si cabe, la decisión no fue bien vista ni por parte de miembros de su mismo grupo. Y ahora llega lo más sustancial, pues dijo el alcalde que “la cuñada era la primera, pero que le tocaría a muchas más personas, había empezado por ella, como podía haber empezado con otra”.

 

Si la pariente de Barcala ha sido readmitida por decisión del pleno que ha desautorizado al alcalde, pese a no ser vinculante la decisión, ¿quién es el guapo, alcalde u otro, que ahora se atreve a echar a otro funcionario interino por defectos de forma? Diría el resto que es un agravio comparativo, que no todos somos iguales, en función de tener, o no tener un Barcala en la familia. ¿Se atreverá ahora, realmente, a comenzar por cualquier otro, o más bien el tema ya dormirá para siempre el sueño de los justos?

 

Lo que sí resulta evidente es que el alcalde ha dicho que acepta la decisión del pleno por ser un demócrata, pese a que se podía haber enconado en su actitud, pues potestad para ello le confiere el cargo. Pero también resulta evidente que no le ha quedado otra que tragarse un buen sapo. Si en pasados días, el pobre Echávarri quedaba con los pantalones por las rodillas al no encontrar respaldo alguno en su postura, ahora después del pleno, esos pantalones se le han caído hasta los mismísimos tobillos, y difícil va a resultar volvérselos a subir en todo lo que se refiere a política municipal, en materia de personal y recursos humanos. Él sabe que en la votación hasta sus socios de gobierno Guanyar y Compromís, no le apoyaron y miraron para otro sitio. Como también sabe que, aparte del conflicto personal que le había creado a la interina, asume la victoria moral que se ha apuntado el propio Partido Popular, y a título muy personal el propio concejal Barcala.

 

Y naturalmente, todo ello a su costa y con cargo a su persona. Un desgaste político que el alcalde con un poco más de tacto se podría haber  ahorrado. Así a la larga o a la corta deberá pagar réditos políticos.  

Virtudes Campoamor

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