El Hércules de Alicante hizo aguas este domingo en la Ciudad Deportiva del Valencia frente al filial valencianista. Pese a que el Hércules se adelantó en el marcador, no dejó de ser todo una ilusión o una ensoñación; el filial valencianista primero nos empató y después nos adelantó y finalmente hizo holgada su victoria con otro gol. Victoria por tanto de los locales por tres tantos a uno, pero cómoda, sin sufrimiento alguno; rompieron la defensa una y otra vez. El entrenador Herculano, Ángel Rodríguez, dispuso tres cambios en la primera mitad, como si a partir del descanso por muchos cambios que hubiera fuese a cambiar todo; quizá aire fresco, quizá un poco mejor, pero más de lo mismo. El Valencia Mestalla nunca sufrió en defensa.
Si pudiéramos usar varios titulares para esta crónica, otro de ellos sería el de triunfo cómodo y quizá lo peor la sensación que se vivió. Todavía quedaban 20 o 25 minutos cuando no solamente desde el campo sino también desde el propio banquillo ya parecía que se hubiesen bajado los brazos, como si no hubiese más posibilidades, como si ya todo fuera imposible; apatía y conformismo respecto al Valencia Mestalla, lo de siempre de los filiales, juventud, talento y lo mejor de cada casa. A alguno de los chavales que ayer vimos sobre el césped del Antonio Puchades les veremos alguna vez en el primer equipo del Valencia en Primera división y al resto o la mayoría, con un poco de suerte, jugarán en el fútbol profesional, bien en Primera o bien en Segunda, talento y clase no les falta.
El próximo partido del Hércules será en casa este domingo próximo a mediodía con uno de los representantes de las Islas Baleares; el Hércules ha sumado solamente un punto de nueve, está fuera de los Play-off de ascenso y lejos del primer clasificado; cualquier tropiezo por mínimo que sea a modo de derrota o empate la próxima jornada puede dejar al entrenador leonés Ángel Rodríguez con un pie fuera y otro del Hércules. Y eso que todavía no estamos ni en el mes de noviembre.
Final del partido
Al final del partido entre Valencia Mestalla y Hércules Club de Fútbol, buena parte de la afición che esperaba a las puertas de la Ciudad Deportiva de Paterna la salida de los jugadores de la primera plantilla que, tras su partido frente al Elche, tenían hoy jornada suave de entrenamiento, masaje y baño o baño y masaje. La locura comenzó con la salida en un coche superdeportivo y diminuto del valencianista José Luis Gaya; pero lo que realmente estaba esperando un grupo de aficionados era que apareciera en su flamante coche plateado el uruguayo Edinson Cavani, la rutilante estrella de este año del Valencia que, además en la tarde noche del sábado había marcado dos goles frente al Elche en el partido de liga de Primera división. Si la derrota por tres a uno del Hércules ya fue un escarnio, más escarnio fue para los aficionados herculanos que se retiraban y para la expedición herculana ver en directo una de esas imágenes que a veces vemos por televisión, y que alguna vez también se vivió en Alicante y de la que ahora estamos a años luz: Cavani, Cavani, Cavani, hazme tuyo; solo faltó pedirle un hijo. Después de ver escenas de estas es fácil entender que estos chicos lleguen por momentos a creerse dioses y que después, tras llegar su retirada, si las cabezas no están muy bien amuebladas, terminen siendo juguetes rotos como suele suceder en muchísimas ocasiones.
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