Nos ha dejado preocupados la noticia que dice que los casos de miopía se están disparando en Europa, según un análisis de 15 estudios dirigidos por el King´s College de Londres, y de acuerdo con lo que informa la periodista Marisol Guisasola. Si ya la cuarta parte de la población europea es miope, los casos nuevos se dan entre jóvenes entre 25 y 29 años. Y en los países de extremo Oriente (China o Corea del Sur) el problema es aún mayor. ¿En España, dice usted? Aquí andamos con esas mismas tendencias. Actualmente más de 25 millones de españoles utilizan gafas o lentes de contacto, dice la Federación del Sector Óptico con animosidad objetiva y preocupante. El problema generalizado en todas partes es un crecimiento de esta dolencia que ya calcula que para el año 2050 la mitad de la población mundial será miope. ¿Qué está pasando con este fenómeno que afecta a tanta gente y con costumbres tan distintas y distantes? Los expertos coinciden en afirmar que las últimas investigaciones indican una causa primordial que hasta ahora estaba pasando desapercibida. No sabemos si era por miopía, ¿eh?, pero la realidad era que la causa no se veía ni se intuía. Y estaba ahí, bien a la vista: la falta de exposición adecuada a la luz natural.
Los humanos evolucionamos en nuestro planeta con ritmos que alternan luz diurna con oscuridad nocturna, y así ha sido durante decenas de miles de años. Cuando llegó la luz eléctrica, a finales del XIX, nos pasamos de rosca con esa luz artificial, pues cada vez la utilizamos más (y ya ni qué decir entrando a bucear –la palabra le viene adecuada- en el siglo XXI), alejándonos de aquellos ciclos naturales que combinaban luz con oscuridad, cosa que ha demostrado tener efectos no beneficiosos para nuestros ojos, aunque también en nuestra salud en general; o ambas cosas se combinan para darnos mejores explicaciones. Las respuestas técnicas son muy persuasivas, pero nos basta con lo que han averiguado unos expertos que han investigado si una mayor exposición a la luz natural prevendría esta epidemia. Y sí, resulta que los niños que viven en entornos urbanos tienen el triple de riesgo de desarrollar miopía frente a los que lo hacen en entornos rurales (con más horas de vida al aire libre). Esto es lo que hay, de acuerdo con los últimos estudios: Vivimos todos los días amenazados por los daños directos de luces artificiales, sustento de luz de ámbitos interiores en espacios cerrados y grandes centros, que así trabajan, con exceso de energía supuestamente innecesaria y usando aparatitos accesorios.
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