Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Balones a la olla

¿Algo se está cociendo?

Enrique Ortiz y Juan Carlos Ramírez
Enrique Ortiz y Juan Carlos Ramírez
Este domingo de principios de abril, el Hércules, como no podía ser de otra, venció al modesto equipo valenciano del Atlético Saguntino por dos tantos a cero. Es curioso, pero estos nuevos tres puntos, ligados a una nueva derrota del Badalona, suponen que la distancia entre la quinta y la cuarta plaza, que da derecho […]

Este domingo de principios de abril, el Hércules, como no podía ser de otra, venció al modesto equipo valenciano del Atlético Saguntino por dos tantos a cero. Es curioso, pero estos nuevos tres puntos, ligados a una nueva derrota del Badalona, suponen que la distancia entre la quinta y la cuarta plaza, que da derecho a jugar los Play Off de ascenso, esté ahora a tan solo tres puntos. También es cierto que junto a Hércules, Villarreal B y Atlético Baleares vienen apretando. La cuarta plaza no es cosa de uno, ni de dos, ni de tres, sino incluso de cuatro. En cualquier caso, el partido de este fin de semana fue algo anecdótico. Un mero trámite de calendario, aunque un reves hubiese sido mortal de necesidad. Aquí a lo que vamos es a lo que vamos.

Sí, ya me entienden, lo de Hacienda. En este caso Hacienda no somos todos, solamente el Hércules, y lo que ello supondría para el club, su afición, y para Alicante como ciudad: la posibilidad de que una institución deportiva, modesta, aunque mundialmente conocida, pudiera saltar por los aires y desaparecer, al no poder atender esa requisitoria que asciende a 4,4 millones de euros. Algo así como casi ochocientos millones de las antiguas pesetas.

Al margen del terreno de juego, el partido y el resultado, viene todo esto al caso porque el pasado sábado un amigo me mostró una foto de la semana pasada que no hablaba o hablaba por sí sola. Pásmense: un aficionado, o cliente o curioso o alguien que pasaba por allí, caza con su teléfono móvil una instantánea en un popular, conocido, caro y exquisito restaurante de Alicante, situado en el Puerto de Levante. Llegado el caso daré el nombre.

Cuatro hombres toman algo en la barra, antes de sentarse a comer. Curiosamente, todos están ufanos, alegres, contentos y felices, aunque la cosa no está para tirar cohetes. A uno de ellos no le conozco, otro es Juan Carlos Ramírez, el apoderado del Hércules, al tercero no le hacen falta presentaciones, en Alicante es más conocido que el propio alcalde, Enrique Ortiz y, agárrense, el cuarto es un pesonaje siniestro del fútbol español. Siniestro y nefasto en su paso por estos lares. Me estoy refiriendo a Enrique Pina. Quique Pina, para los amigos, con él y sus antecedentes bajó el Hércules de Segunda A a Segunda B. Ha tenido que ver con el Ciudad de Murcia. Con el Granada, con éste, con el otro. Negocios con un socio italiano con equipo en esa liga. Si algo es, es cualquier cosa menos un mecenas del fútbol, al contrario, todo un negociante.

Saquen sus conclsuiones. Reunión de amigos. Negocios privados. O quizás…¿algo se está cociendo? Si nada cambia en la actitud de la Agencia Tributaria, el miércoles o se entregan o avalan 4, 4 millones de euros o el Hércules estará liquidado.

Virtudes Campoamor

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