Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Contrastes

LOS FELICES AÑOS LOCOS. 1922. A garrote vil

Garrote vil utilizado en las ejecuciones.
Garrote vil utilizado en las ejecuciones.
Comienza 1922 y las noticias de los diarios alicantinos se hacen eco de la nueva obra de Arniches, hijo predilecto de la ciudad,  dedicada a su ciudad. Se inauguran las obras de la nueva cárcel de Benalúa, y la sociedad es sacudida por la ejecución de un reo por el garrote vil en la ciudad […]

Comienza 1922 y las noticias de los diarios alicantinos se hacen eco de la nueva obra de Arniches, hijo predilecto de la ciudad,  dedicada a su ciudad. Se inauguran las obras de la nueva cárcel de Benalúa, y la sociedad es sacudida por la ejecución de un reo por el garrote vil en la ciudad de Alicante, la primera pena capital en 31 años. 

A principios de 1922 la actualidad cultural y social de Alicante tenía como protagonista al dramaturgo Carlos Arniches. El 10 de diciembre anterior había sido distinguido con el título de Hijo Predilecto de la ciudad que le vió nacer, recibiendo un multitudinario homenaje que duró dos días. De regreso a la capital de España, el 22 de diciembre Arniches estrena su nueva obra, la hoy popular «Es mi hombre», en el Teatro de la Comedia de Madrid. Una «tragedia grotesca» en palabras del propio autor, que cosechó amplio éxito de crítica y público.

Don Carlos dedicó su nueva obra a Alicante dejando constancia de ello en un telegrama enviado a la comisión organizadora de su homenaje alicantino: «Todavía emocionado por los aplausos de mi éxito reciente, ruego comunique a todos que he dedicado mi obra a Alicante. Remitiré ejemplares para ayuntamiento y amigos. Un abrazo. Arniches».

El 17 de enero habían llegado los ejemplares prometidos y la prensa local lo agradecía, destacando en sus reseñas la dedicatoria que «con bellas y sentidas frases» incluía el autor y que finalizaba así: «A tí mi ciudad gloriosa, a las bellas y nobles mujeres y a los hombres inteligentes y cordiales que te representan envío mi saludo fraternal. Te ofrezco para siempre decir en toda oportunidad, ungidos los labios de emoción: Soc fill del poble que te les chiques com les palmeres de chunt al mar». Carlos Arniches en valençià.

El miércoles 25 de enero se estrenó la obra en el Teatro Principal con asistencia del autor y rotundo éxito. Desde varios días antes los encargos de localidades en la Contaduría del teatro superaban con creces su aforo. Nadie quería perdérselo.

Pero tuvimos más visitas ilustres en esas fechas.

El domingo 22 de enero se colocaba la primera piedra de la nueva prisión preventiva en el barrio de la Florida, con asistencia del ministro de Gracia y Justicia, José Francos Rodríguez, que a esa condición unía la de ser diputado por Alicante, así que sus correligionarios del Partido Demócrata le organizaron un homenaje en el Club de Regatas. Años más tarde la futura prisión en la zona del Portazgo albergaría en sus celdas al líder falangista Jose Antonio Primo de Rivera, que acabó siendo fusilado en el patio de la cárcel durante la guerra civil. Hecho éste que propició, en el imaginario colectivo de Alicante, el que al centro penitenciario se le conociera durante años como «prisión joseantonio», incluso cuando ya no ejercía ese menester.

El mismo día que Alicante colocaba la primera piedra de la futura prisión, el universo católico se vestía de luto. Fallecía en Roma el papa Benedicto XV. Dos semanas después la fumata blanca anunciaba nuevo pontífice. El elegido fue el cardenal italiano Achille Ratti que tomó el nombre de Pío XI.

A principios de febrero, el vapor norteamericano «Sinsinawa» zarpaba del puerto con productos alicantinos y destino Nueva York. El mismo día uno de febrero fallecía repentinamente, a los 54 años, el brillante ingeniero de caminos Próspero Lafarga, director de la junta de obras del puerto desde 1907. Fue impulsor de la obra pública valenciana; planificó y ejecutó las obras de desviación del Vinalopó mejorando la calidad de las aguas de riego en toda la comarca y el campo de Elche; diseñó y construyó el Viaducto de Alcoy o la estación ferroviaria de clasificación de mercancías en el Postiguet y su magnífica pasarela; con el impulso político de Canalejas (de quien era amigo personal) realizó numerosos trabajos de mejora y ampliación en el puerto de Alicante; se atrevió (hay que decir que con rotundo éxito) con edificios como la Lonja del Pescado (actual sala municipal de exposiciones), el desaparecido Club de Regatas árabe, el edificio de Aduanas junto a la actual plaza del Mar, el Observatorio Sísmico o el Mercado Central, pues suyo es el proyecto original. En 1919 fue distinguido con el título de Hijo Adoptivo de Alicante, ya que había nacido en Barbastro.

Observese que la esquela es, al mismo tiempo, noticia pues anuncia el fallecimiento ocurrido el mismo día, lo que era posible gracias a que El Luchador era un periódico vespertino, salía por la tarde. Así que -a última hora- se levantó algún contenido de portada para dar cabida a la triste noticia.

El día que Alicante despide a Lafarga, el escritor James Joyce publica su «Ulises», obra de referencia en la literatura del siglo XX. El domingo siguiente, 5 de febrero, la España que entonces podía votar (las rentas muy bajas y las mujeres estaban excluidos del censo electoral) se aprestó a elegir nuevos ayuntamientos.

Alicante, que entonces era mucho más pequeña, estaba dividida en 8 distritos, a saber: Consistoriales (distrito 1); San Francisco (dto. 2); Hernán Cortés (3); Teatro (4); el Carmen (5); Santa María (6); San Antón (7) y Ensanche (8). Los nucleos de población retirados del centro urbano de entonces figuraban como secciones adscritas a algunos de los anteriores. Así, por ejemplo, la isla de Tabarca era la sección 4ª del distrito 6.

Por amplio margen ganaron los monárquicos, que se presentaban con dos opciones: los liberaldemócratas (ampliamente mayoritarios) y los conservadores. Los republicanos obtuvieron cinco actas en los distritos 1, 2, 3, 4 y 8, siendo elegido un independiente en el distrito 5º. Los nuevos concejales y algunos de la corporación anterior, cuya acta no se sometía a votación en esos comicios, conformaron el nuevo ayuntamiento.

Para finales de febrero Alicante es sacudida por una noticia de impacto: se anuncia una ejecución a garrote vil. Hacía 31 años que en la ciudad no se ejecutaba una pena capital, desde abril de 1891 cuando se fusiló a un carabinero en las faldas del castillo de Santa Bárbara. Pero el último patibulo instalado en Alicante para una ejecución similar lo fue en torno a 1876, en los terrenos que actualmente ocupan la plaza y parque de Canalejas.

El reo era José Moreno, un gitano apodado «Pelo lobo» que en un enfrentamiento hirió a cuchillo, en la mano, al cabo de la guardia civil Francisco Solís. Con el paso de los días la herida fue a peor, provocando una infección tetánica que costó la vida al cabo de la benemérita. El Consejo de Guerra que juzgó a Pelolobo le condenó a muerte. La ejecución, a garrote vil, estaba prevista para el jueves 23 de febrero en el patio de la cárcel de Benalúa (actuales juzgados).

La víspera había llegado a Alicante el encargado de ejecutar la pena que no era otro que el verdugo de Sevilla, pues en la terreta no había ningún funcionario para desempeñar tal menester.

A mediodía el condenado ingresa en capilla acompañado por dos jesuitas. El gobernador militar de la plaza comunica al alcalde, Juan Bueno Sales, la confirmación de la ejecución y éste -en representación del ayuntamiento- envía telegramas solicitando el indulto al Presidente del Gobierno, a los ministros de la Guerra y de Gracia y Justicia (este último el diputado por Alicante, Francos Rodriguez), al Jefe de la Casa Real o al Director General de Prisiones. Las Sociedades Obreras de la ciudad o los presidentes del Casino, Junta de Obras del Puerto, Círculo de Bellas Artes y Colegio de Abogados hicieron lo propio. La Central de Telégrafos organizó un servicio especial por si llegaba la notificación del indulto. Vana esperanza.

En la mañana del 23, al alba de un día genuinamente alicantino, primaveral y radiante de sol, el reo José Moreno fue ajusticiado a garrote vil.

Poco antes había cerrado sus puertas el popular café Suizo en la Explanada y Alicante se aprestaba a celebrar el Carnaval, que comenzaba el domingo 26 de febrero.

Dadas las circunstancias de la guerra en Marruecos y la presencia entre las tropas españolas de numerosos alicantinos adscritos al Regimiento de la Princesa, con sede en la terreta, cada vez que había fiestas se producia un «runrún» de desaprobación, especialmente para los Carnavales que se consideraban «festejos irreverentes», no sólo por la iglesia o los elementos más conservadores. También se les atacaba desde las filas republicanas. Así se despachaba «El Luchador»: «Dentro de pocos años el Carnaval habrá terminado; apenas sí se disfrazan ya más que unos cuantos que con mamarrachadas pretenden hacer reir…no lamentaríamos su desaparación ya que no se ha sabido transformar la fiesta en una manifestación artística y solamente subsiste lo que tiene de soez, de cruel y de inmoral».

Ahí queda eso.

En Alicante, febrero 1922.

Imágenes y Fuentes:

* Archivo Municipal de Alicante.

* Biblioteca Nacional de España.

*Biblioteca Valenciana Nicolau Primitiu.

*Biblioteca Virtual de la Prensa Histórica

*Diarios El Día y El Luchador (Alicante); El Liberal (Madrid).

*Benaluense.es

*Alicante Vivo.

*Muyhistoria.es

Benjamín Llorens

Periodista.

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