Cuando hablamos del ingenio español ha sido y es un cúmulo de creatividad como marca distintiva desde Isaac Peral a Juan de la Cierva pasando por Emilio Herrera; han demostrado una capacidad de pensar, como muchos otros, fuera de lo convencional y crear soluciones innovadoras. En Caminando con la historia os presentamos a Emilio Herrera Linares, nacido el 13 de febrero de 1879 en la maravillosa provincia de Granada, y que como ingeniero aeroespacial, militar y científico estableció otro de los atributos españoles: la capacidad de adaptación y resiliencia que a menudo hemos encontrado en la historia por el hecho de ser españoles.
Herrera mostró desde muy temprana edad su inclinación por la ciencia y la tecnología, graduándose en la Academia de Ingenieros de Guadalajara (academia militar), formándose en ingeniería y matemáticas al mismo tiempo que los hermanos Wright realizaron su primer vuelo exitoso y por lo que nuestro Herrera se sumergió en el estudio de la aerodinámica y la astronáutica.
En 1919, en un congreso de ingeniería en Madrid, nuestro protagonista presenta un modelo de motor a reacción de “propulsión” sabiendo que era la única forma de ir al espacio.
Ya en 1935, Emilio Herrera creó la escafandra estratonáutica, con ese espíritu emprendedor y, si me permitís, emulando a tantos conquistadores que ejemplifican la capacidad de los españoles para iniciar y desarrollar proyectos ambiciosos. Este traje novedoso tenía el objetivo de soportar las extremas condiciones de la estratosfera protegiendo a los pilotos de las bajas temperaturas, la baja presión y la falta de oxígeno, dando lugar al desarrollo de los trajes espaciales modernos que vemos luego utilizados por la NASA.
Desgraciadamente, y como republicano, aunque tenía un vínculo muy fuerte con Alfonso XIII, se vio obligado a exiliarse a Francia tras la Guerra Civil, truncando muchos de los proyectos científicos en que estaba trabajando con esa pasión y entusiasmo que solo los españoles experimentamos como otra de nuestras características de energía y dedicación, con los que impulsaba la innovación y el desarrollo de nuevas ideas.
A pesar de los problemas, Emilio Herrera, nuestro granadino, contribuyó al avance de la ciencia y la tecnología escribiendo artículos científicos y estando siempre muy cerca de la comunidad científica. Murió en Ginebra (Suiza) el 13 de septiembre de 1967, dejando un legado pionero e innovador en la exploración científica y espacial que aún continúa, inspirando a ingenieros y científicos en todo el mundo y marcando una huella imborrable.
Siempre nos sorprendes con algo interesante. Un abrazo.
Gracias maestro eso intento. Por cierto, que tenga un buen y bonito verano.