Suicidios y feminicidios

En una gran parte de medios de comunicación, bien porque así lo recogen sus “libros de estilo”, bien por transmisión vertical y oral, no se suelen publicar o emitir las muertes de aquellos que deciden quitarse la vida de forma voluntaria, fuera por desesperación, locura o enfermedad incurable. La justificación con la que se suele argumentar tal política informativa –una especie de autocensura– es que ese tipo de noticia puede, presuntamente, alentar acciones similares, transmitirse cual pandemia.

Parece que solo hay una excepción: cuando el suicidio es el siguiente e inmediato capítulo de un acto de feminicidio o –como ahora se usa– de extrema y fatal violencia de género o vicaria. En ese estado de excitación que deviene tras liquidar valientemente a la fémina, el macho quita la vida –o lo intenta– con la prole, y finalmente acaba con la suya. Siempre me he preguntado por qué no empiezan en sentido contrario…, claro que entonces no saldrían en las noticias.

Ironía aparte, lo que quizás cabría es reflexionar y discutir, primero sobre la conveniencia y oportunidad de difundir o no los actos suicidas, pues hoy con las redes sociales negarse a hacerlo probablemente sea una medida estéril. Y segundo, si el mismo argumento que se viene utilizando para no hacerlo público y notorio –estimular la propagación– no sería aplicable asimismo a los feminicidas, ya que muchos de éstos también parecen copiarse unos a otros, y hasta tratar de superar a los anteriores. Y puestos a debatir, y ya no solo en el ámbito de la profesión periodística, también cabría hacerlo y muy seriamente implicando a jueces y policías, especialmente sobre los casos en los que existió una orden de alejamiento que finalmente no sirvió para nada.

Desde luego si persistieran aquellos romanceros de antaño –me parece recordar que siendo yo niño se posicionaba uno en una esquina del mercado central de Alicante– que contaban y cantaban los sucesos violentos, cual el periódico El Caso en versión juglar, a cambio de unas monedas, ni uno de estos actos quedaría sin su ripio, incluyendo referencias a quienes tuvieron la responsabilidad de impedirlos.

(*) Escrito el 8 de marzo de 2022, Día de la Mujer.