MARINOS ILUSTRES ALICANTINOS – D. Julio Guillén Tato
D. Julio Guillén Tato es un marino un tanto desconocido en la ciudad en que nació, allá por el año 1897. Posiblemente, si le preguntásemos a muchos de nuestros paisanos contemporáneos quién fue, muy pocos nos darían una respuesta afirmativa de que lo conocen y mucho menos lo meritoria que fue su vida.
Lo primero que me gustaría apuntar de la figura de D. Julio es que si alguna vez un alicantino va a un pueblo de la Mancha llamado El Viso del Marqués en la provincia de Ciudad Real, podrá ver un monumento, obra del célebre escultor Ávalos, levantado en una plaza del pueblo, en recuerdo al Excmo. Sr. Almirante D. Julio Guillén Tato. En seguida al verlo cabe preguntarse: ¿Qué hace en un pueblo recóndito de la Mancha una estatua dedicada a un marino alicantino?…El pueblo ha rendido homenaje a una personalidad que consiguió llevar al palacio del marqués del Viso, don Álvaro de Bazán, el archivo de la Marina, centro visitado tanto por investigadores españoles como extranjeros y que ha conseguido que el pueblo sea conocido a nivel internacional.
D. Julio fue desde octubre de 1940 hasta su fallecimiento en noviembre de 1972 director, en su segunda época, de la Revista General de Marina, una publicación leída en instituciones, foros náuticos y lectores particulares en todo el mundo a la que dio un gran impulso promocionándola internacionalmente. También fue Director del Museo Naval de Madrid y el creador del que existe en la Torre del Oro de Sevilla.
Enamorado del mar
Desde niño fue un enamorado de la mar y del puerto de Alicante por haber nacido cerca de él. Era un buen escritor en valenciano que dominaba a la perfección y que dejó escrito de él mismo lo siguiente: “ Nasquí cara al port, ¡ segur que els meus ulls van vore per primera volta la mar y les palmeres des de dalt…”. Y en otra ocasión escribió, esta vez en castellano: “Todo estaba allí: en lo alto de mi casa. Yo era un pájaro rabioso, descubriendo el milagro de una ciudad dormida…Pero mi vida estaba en aquel club de madera (se refiere a la caseta de madera con la que nació el R.C.R.A.) anclado como un buque fantasma. Y toda la Explanada olía a brea, mar y ocre…”.
Ingreso en la Armada
Ingresó en la Armada en el año 1913, ascendiendo a alférez de navío en 1918 tras desempeñar diferentes destinos de embarque. De su forma de tratar a sus subordinados, da idea un párrafo de una carta que le envió, cuando ya era contralmirante, un marinero que estuvo embarcado con él desempeñando funciones de cartero: “Pues yo especialmente recuerdo uno de los detalles que a V.E. le caracterizaba a bordo, como valenciano, y era que cuando preguntaba : ¿da usted su permiso? para entrar en su camarote. V.E. contestaba: ¡adelante¡. Pero cuando se daba cuenta que era yo, en seguida me decía en valenciano: che torna a exir y a vore cóm se demana permís per a entrar. Y yo entonces, con todo el respeto debido, pero con el orgullo que sentía como valenciano dentro de mi alma, salía y volvía a preguntar: se pot pasar?, ¿dona vosté el seu permís?. Y V.E. me decía con satisfacción: ¡avant qui sigat!, ¿qué pasa?. Y yo entonces contestaba: don Julio, que tine que anar a arreplegar el correu y nesesite anar a terra. Y su última palabra, después de todo lo ocurrido, era la siguiente: cabo de escuadra chinchorro para el cartero”.
En otra parte de la carta, a propósito de su ascenso a teniente de navío y su desembarco a un nuevo destino, dice lo siguiente: “quédeme profundamente triste y abatido, lo mismo que todos mis compañeros porque verdaderamente se marchaba el mejor oficial que teníamos a bordo y al que calificábamos como nuestro padre”.
Formó parte de la primera promoción de la Escuela de Aeronáutica Naval creada en 1917, cuya primera localización fue en Cartagena para pasar posteriormente a Barcelona. El emblema, como distintivo de esta especialidad, fue diseñado por D. Julio, no en vano dibujaba y pintaba muy bien, seguramente porque había heredado las aptitudes de su padre que fue un gran pintor. Durante algunos años desempeñó varios destinos en la Aeronáutica Naval y en el año 1921, reconvertida esta, en la Aviación Naval con base en Barcelona, D. Julio era el jefe de la cuarta sección de dirigibles con cuatro unidades del tipo Blackburn, dos del tipo S, de 1.500 m. cúbicos y dos del tipo O de 3.400 m. cúbicos. Durante esos años en Barcelona, D. Julio, que siempre mostró un gran interés por investigar en los archivos, tuvo ocasión de hacerlo en el Institut de Estudis Catalans en los temas que siempre le interesaron, los históricos navales.
Piloto pionero y héroe de guerra
El día 1 de julio de 1922, un ruido de motores hizo levantar los ojos de los alicantinos hacia el cielo para descubrir que quién hacía este ruido era un dirigible, de nombre El Vicentico, pilotado por D. Julio (seguramente le pondría el nombre él) que entrando por la mar se dirigió hacia el centro de la ciudad. El Vicentico, había despegado de la cubierta del Dédalo, buque parque de la Aerostación Naval, que se hallaba fondeado en nuestra bahía. Fue el homenaje que D. Julio quiso dedicar a su ciudad. Uno de los periódicos locales, se refirió a este suceso de esta manera: “A las doce de hoy, un extraño ruido de motor, que en nada se parece al de los aeroplanos e hidroaviones, ha llamado la atención de nuestro pueblo, que seguidamente ha invadido las azoteas de los edificios y los paseos de la orilla del mar en averiguación de dónde procedía…”.
Asimismo, participó en el primer bombardeo de la historia de la aviación naval, efectuado en Marruecos en el sector de Alhucemas con un hidroavión Macchi 18, pilotado por D. Francisco Taviel de Andrade y como observador a D. Julio. Posteriormente, participó con un Saboya, también como observador, siendo piloto en esta ocasión Gómez (tal como lo anota en su diario) bombardeando con granadas incendiarias cabo Quilates, Morabito y baterías de Xaib. También participó en los bombardeos del caserío de Brocon y en los de Afran y Sidi-Dris. Por estas acciones de guerra le fue concedida el 12 de diciembre de 1924 la Cruz de primera clase del Mérito Naval con distintivo rojo, como recompensa a su actuación.
En el año 1923, la Marina participó en el famoso concurso internacional Gordon-Bennet (en la actualidad, todavía se celebra esta prueba aerostática) con tres globos. “El Hesperia” iba pilotado por los tenientes de navío Julio Guillen Tato y Manuel de la Sierra Bustamante. Un periodista belga, hizo la siguiente crónica de la participación de D. Julio Guillén y de D. Manuel de la Sierra en este evento: “El martes por la tarde han llegado a Bruselas, con sus trajes de rescate, completamente deshechos, los aeronautas españoles Guillén y Sierra, que se encontraban a bordo del globo Hesperia, que aterrizó en las circunstancias que habíamos relatado. Los dos aeronautas tienen algunas heridas en el rostro. El piloto Guillén tiene la oreja en parte arrancada. Aunque los dos están sonrientes”.
¿Qué había pasado para que se diera esta noticia?. Pues que el mal tiempo que había durante la celebración de este concurso, causaron graves averías e incluso, varias bajas, algunas mortales, entre los participantes. Los oficiales de nuestra Marina también fueron víctimas de ese mal tiempo, hasta el punto que cuando estaban sobrevolando el Zuyderzee, en Holanda, se vieron arrastrados, por los fuertes vientos, sobre una línea de alta tensión sufriendo una descarga que les causa averías pero que les permite seguir todavía en el aire. Avistan las islas Frisias o Frisonas y deciden aterrizar cosa que, a pesar de los vientos, consiguen, no sin causar una serie de “destrozos matando cuatro vacas, derribado tres o cuatro tejados y hecho un sinfín de destrozos en árboles, postes, vallas, etc.” según narró en 1943 D. Julio en relación con las peripecias de este vuelo. A pesar de todo, obtuvieron el cuarto lugar en la clasificación general y el primero entre todos los ejércitos y marinas participantes. Por su parte, la prensa internacional y nacional, destacaron la profesionalidad y pericia de los pilotos españoles para aterrizar en las condiciones en que lo hicieron y después de la descarga eléctrica tan brutal como la que sufrieron.
El 26 de febrero de 1924, en el Diario Oficial del Ministerio de Marina, se publica la concesión de la Cruz de primera clase al Mérito Naval con distintivo rojo, a los tenientes de navío, D. Julio Guillén Tato y a D. Manuel de la Sierra Bustamante para premiar su actuación en el concurso “Gordón-Bennet”, y en el año 1932 se le concede la primera medalla Aérea Individual que se otorga a un miembro de la Aeronáutica Naval.
El 18 de marzo de 1925, se le entregó el título de piloto de globo libre y de dirigible. En este año, se recrudeció la guerra de Marruecos y, D. Julio, marcha voluntario con una agrupación de aparatos “Macchi 24” en la que actuó, como observador en la segunda escuadrilla, de la que era jefe D. Alfredo Kíndelan, participando en numerosos bombardeos sobre las posiciones de los rifeños. En uno de estos bombardeos, acompañando a D. Ramón Franco Bahamonde, recibió un tiro de fusil de los rifeños, y la bala fue a dar en uno de los botones metálicos de su uniforme de vuelo que le salvó la vida. El 22 de enero de 1927, se le concedió la segunda Cruz de primera clase al Mérito Naval con distintivo rojo, “por su eficacísima colaboración en el desembarco de Alhucemas”.
Asimismo, por una Real Orden de 17 de diciembre de 1927, se le concedió la Cruz de la Orden de Carlos III y se le comisiona a las órdenes del Ministro de Marina para que formara parte de la “Comisión Inspectora de la carabela Santa María”, (que se construyó para la Exposición Iberoamericana de Sevilla) encargándose de la dirección del proyecto, cesando en la Aeronáutica Naval. Ese mismo año, en marzo, se le nombra “encargado auxiliar interino del Negociado de Campaña del Ministerio de Marina” y en ese destino, planificó la aportación de la Armada en la Exposición Iberoamericana de Sevilla.
Llegada al Museo Naval
Ya en Madrid, D. Julio, había “aterrizado” en lo que a él le gustaba verdaderamente que era la investigación de la historia naval y la dirección de organismos dedicadas a ella. En esta época, escribió “Los marinos que pintó Goya e Iconografía de los Capitanes Generales de la Armada” que él mismo había descubierto observando los cuadros del pintor en sus visitas al Prado. “La Orden del Mérito Naval” o el “Nostramo Lourido” con sus chascarrillos, fueron también escritas por aquel entonces.
El 14 de agosto de 1928, fue nombrado correspondiente de la Real Academia Hispanoamericana de Cádiz y el 16 de febrero de 1929, se le nombra Comandante de la carabela Santa María, de la que él mismo fue director en su construcción, y la conduce desde Cádiz a Sevilla remontando el Guadalquivir para la Exposición Iberoamericana, pues D. Julio era el más idóneo para comandarlo dada su vinculación con este navío. Ese mismo año asciende a Capitán de Corbeta cesando como comandante de la Santa María el 29 de mayo y durante el año 1929 recibió las siguientes distinciones: Socio de honor de la Real Sociedad Colombina de Huelva; Comendador de la Orden de Cristo de Portugal; Correspondiente de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, y miembro de número de la Real Academia Iberoamericana de Geografía de Sevilla.
El 20 de mayo de 1930, y una vez que entregó el mando de la Santa María, embarca como tercer comandante en el acorazado Alfonso XIII. Ese mismo año, se le confiere el título de comendador de la Orden de la Espada de Suecia y por Orden Ministerial de 3 de septiembre se le nombra para formar parte de la Junta de Iconografía Nacional. En diciembre de 1933 se le designa como director del Museo Naval.
Turbulentos años 30
En 1932, los reyes Alfonso XIII y su esposa, la reina doña Victoria Eugenia, embarcaron en Valencia en el acorazado Jaime I para trasladarse a Italia. Antes de emprender el viaje, decidieron visitar el buque de la aerostación naval Dédalo que se encontraba también allí. Al entrar en la Cámara de Oficiales, el rey se dio cuenta que todos los “mamparos”, estaban adornados con caricaturas de los jefes y oficiales del buque. D. Julio estaba presente porque había sido comisionado para recibir al soberano. El rey preguntó quién era el autor y D. Julio, le respondió que él. Su Majestad, al observar que había un hueco en uno de los “mamparos”, preguntó por el cuadro que allí faltaba y ante su insistencia, hubo que enseñárselo. Era una caricatura suya. Su reacción fue reírse cuando se lo enseñaron y mandó que se colocara en su sitio. Lo habían quitado previamente a la visita real, al no saber cómo reaccionaría el rey al ver su caricatura. D. Julio fue felicitado por el rey por su buen hacer con el lápiz de dibujo.
Al estallar la Guerra Civil es detenido y encarcelado en la cárcel Modelo de Madrid. Se le puso en libertad dado el prestigio internacional que había alcanzado y se refugia en la delegación de Polonia, donde permaneció hasta el final de la guerra. Terminada la contienda, hizo su presentación a la autoridad naval del Departamento Marítimo de Cádiz, donde debido a unas denuncias falsas, fue sometido a un procedimiento judicial y posteriormente a un Consejo de Guerra, celebrado el 23 de septiembre de 1941, que lo exoneró de todos los cargos que se le imputaban.
Muchos fueron los honores que se le rindieron y los cargos y títulos que se le otorgaron hasta el día de su fallecimiento, el 27 de noviembre de 1972, entre otros muchos el de miembro de la Real Academia de la Lengua, y sería largo y necesitaríamos mucho mas papel para dejarlos escritos. Por cierto, en la placa del paseo del muelle que se le dedicó, con motivo de la reforma de la antigua Lonja del Pescado, figura como fecha de su fallecimiento 1971 y creo que es un error.
Lo cierto es que este alicantino que llevaba su tierra muy dentro de su corazón, jamás olvidó sus orígenes y en una ocasión que lo entrevistaron en el diario Información declaró: ”Yo soy valenciano por región pero alicantino de pura cepa”, pero también es cierto, que su ciudad lo ha tenido un poco apartado de su memoria y espero que en lo poco que pueda colaborar esta pequeña reseña biográfica, sirva para que las nuevas generaciones, al pasear por el muelle que lleva su nombre sepan quién fue y lo que representó su pasión por el mar y sobre todo por la historia naval, que se le despertó cuando era un niño, mirando y contemplando la caseta del R.C.R.A. desde el domicilio familiar frente a la Explanada.
[…] Española para ocupar la silla e minúscula, dejada vacante por fallecimiento del almirante don Julio Guillén Tato (Alicante 1897-Madrid 1972), que la ocupaba desde […]